Este invierno ha sido la respuesta a todas mis oraciones del año pasado de no volver a pasar tanto frío.

Pero a pesar de darle gracias a Dios por lo suave que ha sido, debo confesar que extraño la nieve.

Es que la nieve es una de las ventajas del frío, es lo que hace que pasar frío y que el invierno tenga ese encanto especial de esperarla y soñar con el día en que Central Park este todo cubierto de blanco y pasar la tarde lanzándonos en trineo por alguna de sus colinas…

Este año si nevó, y precisamente fue fin de semana, pero nosotros estábamos regresando de Venezuela y nos lo perdimos….

Antes, cuando en diciembre vinieron mi hermano Juan Pablo y mi sobrino Santiago a visitarnos, nos fuimos tras la nieve… A buscarla para que Santiago la conociera y jugara con ella y con Andres Ignacio… Recorrimos poco más de 2 horas de camino y llegamos a una pista de Ski y pasamos la tarde allí jugando con un hielo que cumplió con la promesa pero que hoy no satisface mi nostalgia de invierno sin nieve…

Entonces voy a satisfacer mi nostalgia con el recuerdo de toda la nieve de hace dos años cuando Andres Ignacio y yo la conocimos el mismo día.

Érase una vez el 19 de diciembre de 2009.

Andres Ignacio estaba cumpliendo 2 meses y acababa de carcajearse por primera vez cuando vimos en las noticias que habría tormenta de nieve, yo me emocione muchísimo! Nunca había tocado la nieve más allá del hielo que toqué en el Pico Espejo en Mérida antes que me tuvieran que poner máscara de oxígeno en enfermería por tener mal de Páramo…

Al día siguiente, a mis 30 años, conocería la nieve el mismo día que mi bebé de 2 meses…

Nos fuimos a dormir y todavía estaba nevando levemente, cuando amaneció nos despertamos para admirar todo vestido de blanco!

Era domingo, así que después de desayunar nos vestimos y nos fuimos a Misa, a duras penas llegamos empujando el coche y en muchos casos cargándolo para poder pasar… Claro que Andres lo cargaba pero yo lo hubiese cargado feliz de la emoción que tenía…

Después de Misa nos fuimos a Central Park y el espectáculo parecía sacado de una película: el parque nevado, los árboles desnudos cubiertos de blanco, y tanta gente allí disfrutando de aquel momento: familias, niños, trineos, chaquetas y gorros de todos colores y risas, muchas risas porque la nieve en el parque es divertida!

Puede que la nieve bloqueando la puerta de tu casa o la calle que debes transitar o cubriendo tu carro no sea nada divertida, pero la nieve un domingo en el parque es extremadamente divertida y trae felicidad y risas que eran el fondo musical de ese momento.

Nosotros no teníamos trineo para lanzarnos por las colinas, yo estaba que me atrevía a pedirle uno prestado a cualquiera de las familias que sí tenían, si Andres Ignacio hubiese sido más grande y lo hubiese tenido de excusa, de repente lo hubiese hecho, pero con dos meses no aplicaba y me daba pena pedirlo en nombre de quien realmente lo quería que era yo misma….

Pero no hizo falta, nos lanzamos en la nieve, caminamos por la nieve, tomamos muchas fotos y disfrutamos enormemente las vistas hasta cansarnos y regresar a la casa a acostar a Andres Ignacio y tomar chocolate caliente….

Un día perfecto, mágico e inolvidable…

Andres Ignacio puede que no se acuerde, pero para eso estará este relato, para que se entere que los dos conocimos la nieve el mismo día y para que sepa que eso me hizo muy feliz!

Publicado el 25 de febrero de 2012