Una de las cosas que más pensaba cuando decidía si operarme o no, era cómo contárselo a los Pirulingos. Por un lado sentía que era mi decisión, que es mi vida, mi cuerpo y que no era en función de ellos que debía decidir si operarme o no.
Por otro lado sentía profundamente la necesidad de presentarlo ante ellos de manera que entendieran las causas y las consecuencias, explicarles mis razones con naturalidad, con la mayor honestidad y sin enfatizar lo que NO es para que no tuvieran la impresión equivocada. Por un momento me enfocaba más en lo que no quería que pensaran o percibieran, que en lo que realmente les quería decir. Pero mientras repasaba ese discurso en mi cabeza me di cuenta que realmente yo solo podía controlar eso, mi discurso, y el ejemplo de lo que verían en mi proceso; pero su interpretación y percepción de todo estaba fuera de mi control. Tenía que enfocarme en los si en vez de los no.
Había otras muchas razones que hicieron que tomar la decisión fuese un proceso largo (aquí les cuento más), y cuando todo eso encontró su lugar y ya estaba decidida, me senté con mis Pirulingos a explicarles mi decisión y lo que vendría.
Les conté mis razones enfocadas principalmente en la salud, les expliqué de qué se trataba, les conté el proceso pre o post operatorio, les pedí que me ayudaran, les dije que necesitaría su apoyo, me ofrecí a responder cualquier duda, les reafirmé mil veces que yo estaba bien, que era algo voluntario y que lo hacía para estar mejor de cara al futuro, no porque hubiese algo mal en mi en este momento.
Es delicado, porque sentía que podía tocar teclas indeseadas relacionadas a la imagen y amor propio que en ellos es un proceso en desarrollo. Temía que ellos, que me ven con ojos de amor infinito independientemente de cómo luzco, entendieran que yo no era capaz de verme con esos ojos. Temía que pensaran que yo estaba arreglando algo que estaba mal en mi…. sobre todo temía que pensaran que buscaba una salida fácil y no entendieran la inmensa cantidad de variables que había considerado y todo lo que había detrás de mi decisión.
Entonces ellos, una vez más y como siempre, me sorprendieron con su sabiduría infinita que no es más que el amor más incondicional. Sentí una empatía inmediata, mucha compasión y ganas de ayudarme, de estar para mí. Comenzaron a estar pendientes de mi de una manera muy especial que me hacia entender que comprendían y que su entendimiento se acoplaba con eso que yo les quería transmitir.
3 días después de comenzar la dieta líquida preoperatoria, Ashio se acercó a mí y me dijo dándome un abrazo:
– Wow Mami, tú sí que tienes voluntad de hierro, qué valiente eres! tanto, que puedes hacer lo que te propongas!
Yo escuché sus palabras y se me aguaron los ojos, y cuando lo vi, en los de él vi admiración y mucho amor.
Y de repente esas eran las palabras que yo necesitaba, las que ni yo misma me podía decir, las que contrarrestaban mi discurso interno de tantos años en el que la falta de fuerza de voluntad me había llevado a tener que tomar esta decisión.
Sus palabras fueron medicina para mi alma y para mi espíritu y en ellas me vi reflejada, con una imagen borrosa que sé que se irá aclarando y cada día se hará más nítida.
Mi hijo me enseñó que con mi ejemplo no pongo en riesgo su capacidad de amarse y aceptarse a sí mismo, al contrario, le enseño que podemos ser valientes en búsqueda de lo que nos hará mejores, que puedo ser ejemplo de determinación y de vencer nuestros miedos enfrentando lo que más nos cuesta en la vida y que todo es más fácil si contamos con el apoyo y el amor de quienes nos rodean.
Pd: Este post pertenece a una serie en la que escribo sobre todo el proceso de hacerme una Manga Gástrica. La decisión de operarme la tomé en agosto de 2020, me operé el 7 de abril de 2021.
Wow! Los niños nunca dejan de sorprendernos ? que trabajo tan bello estás haciendo 🙂
Felicidades y gracias por compartirlo ??