Por qué me gusta hacerle disfraces a los Pirulingos

Happy Halloween les desea la familia Vikinga de Cómo entrenar a tu Dragón: Stoick, Chimuelo, Astrid, Valka e Hipo.

Esta historia con sus 3 películas y la serie en Netflix es súper favorita en esta casa desde que Ashio estaba chiquito. Nos encantan los personajes, la trama, los paisajes y no puedo contar las veces que vimos, especialmente la primera película, esa en la que Hipo y Chimuelo se hacen mejores amigos y la vida de toda una ciudad recóndita de Escandinavia cambia por completo cuando comienzan a convivir con los dragones en vez de cazarlos.

Ashio siempre ha querido ser Hipo, y luego de ir a ver la tercera película este año más aún porque el traje negro, camuflado con Dragón y a prueba de fuego resultaba lo máximo para él. Y todos los demás personajes gravitamos alrededor del suyo, porque sin duda él es quien hizo que esta familia fuese fanática de esta linda historia.

No había disfraces hechos de esto personajes, así que tocaba crearlos.

Tenía meses pensando en ideas, imaginándolos y queriendo hacerlos con tiempo… pero como suele suceder eso no existe y me encontré a menos de dos semanas de Halloween sin siquiera una pieza para arrancar. Pensé en desistir porque la verdad he estado con mil cosas encima y tenía muchas razones para no hacerlo, pero no pude y hoy que escribo esto me alegro, porque haber hecho estos disfraces me dejó trasnochada y con dolor de espalda pero realmente satisfecha, feliz y con un lindísimo recuerdo qué atesorar.

Yo recuerdo de pequeña los mil disfraces que nos hizo mi mamá, de algunos tengo memorias en vivo y de otros muchas fotos para recordarlos. Mi mamá nos hacía verdaderas obras maestras llenas de detalles y mucha creatividad. Eran disfraces hechos de verdad, cortados  en tela, cosidos a mano o a máquina y capaces de pasar de hermano a hermano. Yo recuerdo sentirme orgullosa de esos disfraces, de las fotos, del esfuerzo de mi mamá. Recuerdo lo lindo, lo chévere que me parecían cada una de esas escenas de 5 hermanos disfrazados o incluso comparsas de 7 cuando hasta mi mamá y mi papá se unían.

Y por eso le hago disfraces a mis hijos.

Lo heredé de mi mamá, es un gusto enseñado o adquirido. Yo no los corto en tela ni los coso a máquina, pero invento, imagino y creo con pistolas de silicon, pinturas de spray y mil elementos inesperados que me encuentro en el camino y me hablan, y los veo!

Hacerles disfraces a mis hijos es terapia para mi porque cuando ejercito mi creatividad me siento bien y se encienden chispas que recargan mi alma.

Hacerles disfraces a mis hijos es un lenguaje de amor: es enseñarles que podemos hacer las cosas, es que me ayuden y aprendan y pasemos ratos juntos que no cambiaría por nada, es una manera de manifestarles que son tan importantes para mi que le dedico ese tiempo y ese ingenio a sus deseos.

Inventar un disfraz en familia es un tema de conversación dado, es una reafirmación del equipo que somos y que pertenecemos a este núcleo que es tan importante, es sentirnos parte de algo especial y divertirnos en el camino.

Finalmente hacerles disfraces a mis hijos es ser parte de la ilusión y la inocencia de su infancia y aprovechar este tiempo en el que les emociona tanto ser sus personajes favoritos… es exprimir las memorias de estos años tan especiales antes que se acaben… Y entonces, tener estas fotos y estos recuerdos para hacerlos durar muchos años mas…