Hace una semana no escribo en este blog. No es la primera vez que sucede, pero esta vez son razones muy distintas las que me han mantenido alejada de este espacio.
Han sido días en los que paradójicamente he estado pegada a la computadora, al celular, a las noticias.
Venezuela está atravesando un momento muy difícil. Por muchos días ha habido manifestaciones estudiantiles y de civiles que han sido reprimidas violentamente por organismos oficiales. Muchas personas inocentes han sido golpeadas, heridas, encarceladas… Ha habido muertos, desaparecidos, los capturados han sido violentados y torturados…
Las calles están encendidas: de lucha, de gente clamando por un cambio, de jóvenes exigiendo un mejor futuro… pero la respuesta ha sido igualmente incendiaria en fuego, balas, golpes y fuerza para sembrar el miedo.
Yo soy venezolana. En esa tierra bendita nací, crecí, recorrí playas y montañas, conocí a mi esposo, otro venezolano orgulloso de su país. Mi familia vive en Venezuela, mis amigos. Mis hijos son venezolanos, porque aunque no nacieron allí, hablan, comen y sienten como venezolanos; está en sus genes pero también en su corazón.
Hace muchos años yo también manifesté mi descontento, luché por lo que quería, marché pacíficamente, protesté y recé con fuerza para que se lograra el cambio. Por eso hoy es tan difícil verlo todo en las noticias, en las que aún se escuchan. Resulta muy difícil darme cuenta que a diferencia de otras veces, se han apagado las voces de los medios de comunicación que nos mantenían informados, que la represión está principalmente en los medios, que el juego es a “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Hoy tenemos las redes sociales, y gracias a ellas podemos difundir información para que se conozca la situación de Venezuela, para que se escuchen las voces de los inocentes ultrajados por decir lo que piensan, para que se vea que el odio y las armas los tienen quienes también tienen el poder para usarlos en contra de quienes deberían estar defendiendo.
Hoy yo tengo este blog… este espacio… estas letras y desde aquí alzo mi voz para defender a mi país desde la distancia que me pesa en el alma. Ni ayer, ni hoy, ni mañana puedo escribir de las cosas lindas de las que suelo escribir, ni de los niños, ni de la maternidad, ni de las alegrías que me dan mis Pirulingos… Pero hoy escribo precisamente por los niños de mi país y porque mis hijos conozcan esa Venezuela de la que tanto les hablo, y allí puedan jugar y disfrutar de las maravillas de una tierra bendecida con gente por la que vale la pena luchar!