En esta casa estamos oficialmente atravesando los terribles 2, y fíjense que hablo en plural porque aunque es Eugenia la que tiene los 2 años, todos vivimos y somos partícipes de las manifestaciones de esta etapa.

Cuando Andres Ignacio cumplió 2 años yo hice un video que se llamó «maravillosos 2» y su título se debía a que si a partir de ese momento su comportamiento comenzara a ser terrible, los 2 primeros años TAN maravillosos compensarían las penas de una etapa que todos vaticinaban estaba por comenzar.

Pero yo secretamente no lo creía, nunca he sido muy fanática de las etiquetas, menos en la crianza, porque pienso que las circunstancias y entornos familiares son tan diversos que a veces no debemos generalizar. Pero mi incredulidad pecaba de inocencia, porque tampoco se puede negar la sabiduría popular y mi niño “fácil” y “bien portado” era la razón última de mi tranquilidad ante la idea de afrontar los días “terribles” que vendrían.

Efectivamente los terribles 2 de Andres Ignacio llegaron tarde, sí se hicieron sentir y algunas veces reflexioné en voz alta en este blog, pero la verdad no fueron tan terribles y pasaron y nos dejaron la reafirmación que era eso, una etapa.

Entonces fue el turno de Eugenia, mi Tinga Tinga que desde que nació nos ha enseñado que mucho del carácter lo traemos desde el nacimiento y así mi chiquitica que tiene una determinación y empeño sobresaliente, nos ha adentrado aún más en el entendimiento de esta etapa llamada “terrible”.

Yo no sabría decir si el nombre se refiere a que es terrible para el niño o para los padres, porque si algo he entendido es que esta etapa es difícil para nosotros, pero lo es también para ellos. Los terribles 2 nacen de un momento de cambios, es una transición muy importante de la vida en la que se hacía todo lo que el niño quería, a una en la que comienzan a haber explicaciones, razones, argumentos, excusas y un abanico de posibilidades que los abruma y para rematar, aunque entienden mucho de lo que decimos, no tienen todavía las herramientas verbales para contestarnos al mismo nivel. Su mundo se transforma y así ellos se van transformando también y sus herramientas iniciales son el llanto, la negación, las pataletas, la rebeldía… Es la inmadurez de no saber y no entender lo que sienten, de no tener palabras para verbalizarlo.

Y créanme que sé el agotamiento que produce tener tu niño en contra todo el tiempo, y la frustración de que todo se vuelva un drama: vestirse, comer, salir, ordenar, etc, etc… Ya lo comentaba hace una semanas que uno se siente como transitando por un campo minado, evitando a toda costa ocasionar una explosión.

Pero al mismo tiempo he entendido que si comprendemos de dónde vienen las reacciones de nuestros hijos, podemos manejarlas mejor, a veces podemos incluso evitarlas y lo más importante no perdernos en el camino sucumbiendo ante el agobio… porque va a pasar! Son terribles 2, no duran por siempre!

El llanto y las pataletas son un lenguaje que tenemos que aprender a traducir, a tolerar y a entender como la respuesta a la lucha interna que se genera en sus cabecitas cuando les negamos algo que quieren, cuando las cosas no se hacen según sus voluntades. Nos toca a nosotros entender lo que les pasa porque muchas veces ni ellos lo entienden. Me pasa a diario que sé que el “mal humor” de Eugenia proviene de tener hambre o sueño pero incluso al ofrecerle comida o dormir explota en un llanto desconsolado. En este caso lo mejor es ir un paso más adelante y si come antes de sentirse con hambre o se duerme antes de estar agotada, todo sale mucho mejor… No siempre se puede, pero al menos cuando no es posible, entiendo de dónde vienen sus reacciones y puedo atacarlas mejor.

Cuando Eugenia llora, grita, se altera o le cuesta calmarse, muchas veces lo que hago para ayudarla a pasar la rabieta o pataleta es presentarle opciones, explicarle consecuencias. De alguna manera si ella mantiene cierto control sobre la situación, si ella puede elegir entre alternativas posibles, la tormenta pasa mas rápido.

Los terribles 2 también son una etapa de probar, de desafiar todo lo que se les impone, de entender los límites tratando de cruzarlos a ver qué pasa, hasta dónde pueden llegar. Por eso nos toca también ser firmes en poner los límites y mantenerlos. Esto es particularmente complicado cuando las explosiones suceden en público, en situaciones en las que es difícil apartarnos para dar un tiempo y explicar para que pase; y confieso que precisamente en estas vacaciones en las que estuvimos siempre rodeados de mucha familia y en actividades todo el día, muchas veces dejé pasar situaciones por el bien de la dinámica grupal. Pero también se trata de eso, de elegir las batallas, de librarlas eficientemente sorteando tantas cosas que nos llenan el día a día.

Pero no todo es terrible a los 2 años, al contrario, son tan lindos, tiernos y graciosos nuestros hijos a esta edad que a veces nos cuesta entender que puedan tener los arranques que a veces tienen de llanto y frustración.

Entonces quedémonos con lo bueno, con las ganas de explorar y entender el mundo, con la energía inagotable para jugar y reír, con las gracias, ocurrencias e ideas divertidas, con los besos dulces y abrazos tiernos que seguramente son más frecuentes y más significativos que esos momentos de explosión. Y no perdamos de vista que muy pronto pasarán… en mi segunda maternidad lo tengo muy claro y aunque ponga trompa de bravucona no desperdicio ninguna ocasión de besar y abrazar a mi Tinga Tinga!

Cuando la pataleta pasa, ella sabe resarcirme con su linda sonrisa y sus besitos dulces!

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