Hace un buen tiempo Andres Ignacio y Eugenia no compartían la siesta.
Eso tiene varias implicaciones: desde yo que ansiaba desesperada que la volvieran a compartir para tener ese tiempo para MI! hasta que complica la logística de salidas al parque o búsqueda de Andres Ignacio al colegio cuando uno no quiere interrumpir el preciado sueño de alguno…
En búsqueda de ese tiempo ideal hice muchas cosas intentando que los dos mantuvieran sus ojitos cerrados por unas horas al mismo tiempo… pero nada… Terminaba cansada de insistir, de pelear, de amamantar y me daba cuenta que en vez de ganar tiempo lo estaba perdiendo intentando algo que evidentemente no iba a suceder si seguía haciendo lo mismo…
Por un lado Andres Ignacio cuando empezó el colegio llegaba “cansado” y directo a dormir, dormía bien y parecia una fórmula perfecta… Pero llegó el día en que se comenzó a resistir, y yo a pelear y a atribuírselo a su hermana full de energia haciéndole ojitos y buscándole fiesta. Pretendía mantener un patrón que parecía haber expirado.
Por otro lado Eugenia siempre ha sido muy irregular en sus siestas. Yo lo atribuyo en gran parte a ser hermana menor. Porque con el primer hijo uno puede adaptar la vida y las rutinas a las necesidades de ese bebé, a lo que debe hacerse en tiempos y horarios. Pero al llegar el segundo se tienen que hacer malabares para compaginar una rutina que ya existe con esta nueva del hijo menor. Entonces a Eugenia le toca dormir muchas veces a deshoras debido al colegio de Andres Ignacio, a la clase de música de los jueves o a mis diligencias que aporvecho de hacer en la mañana solo con ella…
El punto es que las deshoras de Eugenia no coincidían con las horas de Andres Ignacio y yo soñaba con que conincidieran… soñaba despierta y soñaba dormida con que volviesen a dormir juntos!
Pero soñar no solucionaba mi problema… y no fue sino hasta que analicé la situación fuera de las mismas viejas aproximaciones que logré dar con algo positivo. Mantenerme empecinada en las horas de Andres Ignacio hacía incompatible su realidad a la de Eugenia…
Andres Ignacio ya no tenia sueño directamente al regresar del colegio, llegaba a la casa full de energía con ganas de jugar con su hermana a quien parecia haber extrañado en las horas de clase… Además de tierno, esta fue la primera clave…
No tenía que pelear con él para que durmiera la siesta enseguida después de llegar del colegio… Bastaba con esperar un rato, que descargara esa emoción, que jugara con Eugenia, muchas veces incluso dándome chance de almorzar… y al rato la pelea se minimizaba ante un niño claramente cansado y listo para descansar y reponer energías…
Eugenia, dentro de la irregularidad, parecía estar lista para sólo dormir una siesta más larga en vez de dos cortas… cuando me distancié un poco de la situación y pude observar este patrón bastó con no dejarla dormir en la mañana, entreteniéndola, jugando o hablándole y así luego de la emoción de ver al hermano igual estaba lista para una siesta compartida!
Finalmente la locación terminó de marcar la diferencia: Andres Ignacio intentando quedarse dormido en su cama, conmigo al lado amamantando a Eugenia para conciliar el sueño, era un territorio muy estrecho… Nos mudamos a mi cama y los dos tuvieron espacio suficiente para lograr dormirse y mantenerse así sin caerse encima uno al otro en mitad del sueño. Mientras yo los acompaño en silencio desde el escritorio aprovechando de escribir o avanzar en lo que sea que tenga que avanzar!
Porque siempre tengo algo en qué avanzar! Sino, ganas no me faltarían de aprovechar el espacio extra para incluirme en la siesta comunitaria y hacer mis sueños realidad… literalmente!
Una vez más no hay fórmulas mágicas ni recetas exactas… a veces nos toca flexibilizar nuestra perspectiva, otras hacer más rígida nuestra flexibilidad… y otras simplemente llevar de bandera la creatividad para intentar nuevas formas… sin olvidar que muchas veces la solución reside en aquél viejo dicho… si no puedes contra ellos, úneteles!