eco Ashio

Entras al baño, el corazón lo tienes a millón, te tiembla la mano mientras recoges la muestra.

Esperar.

Esos 3 minutos se te hacen eternos y en ese breve tiempo eres capaz de recrear situaciones en tu mente de cómo sería la vida si…

¡Positivo!

Ves 2 rayitas que te confirman que sí, que estas embarazada.

Y en ese segundo tu vida cambia. Puede que aún no lo sepas pero cambia…

Recuerdo perfectamente ese día, 11 de febrero de 2009. Yo regresaba de un viaje de trabajo, mis pechos más grandes y sensibles podían haberme anticipado los cambios dentro de mi. Antes de llegar a la casa a reunirme con Andres, pasé por la farmacia, un retraso de varios días no me dejaba pensar en nada más y no podía esperar para aclarar mis dudas. Compré 3 pruebas de embarazo Clear Blue, tres… porsiacaso.

Abrí la puerta y saludé en voz alta, pero no había nadie, Andres estaba jugando fútbol como cada martes pero yo lo había olvidado… Despiste: otro signo que pude haber tomado como señal de positivo.

Solté mi cartera y la maleta y me fui directo al baño y cuando vi las 2 rayitas me quedé en blanco, sin moverme pero con una sonrisa estampada en la cara que era solo una pequeña muestra de la felicidad que había en mi corazón.

Me senté en la cama y juro que en esos minutos antes de escuchar a Andres entrar hice planes mentales, visualicé escenarios, me asusté, me alegré y me volví a asustar… y pedí desde lo más profundo de mi corazón que todo saliera bien, comencé una oración perenne que duró los 9 meses de mi embarazo.

Andrés entró al cuarto, ignorante de su realidad que también había cambiado. Nos saludamos, hablamos un poco y ya no pude aguantar. Le pedí que cerrara los ojos para mostrarle un regalo. Y como yo acababa de regresar de viaje, él pensó que se trataría de algún souvenir y sin saber lo que le esperaba cerró los ojos y abrió sus manos… y yo puse la prueba positiva con gesto de varita de mágica como si aquel palito por obra de un conjuro de pronto lo hubiese convertido en papá.

Abrió los ojos y lo vio, extrañado… hizo una pausa para entender esas dos rayas y de repente estalló la risa, con palabras entrecortadas entre carcajadas que no pararon por varios minutos: en serio? wow! ¡qué emoción! y más risas para acompañar ese momento feliz de enorme complicidad en el que celebramos que pronto dejaríamos de ser pareja para convertirnos en familia!

Nueve meses después, en otra ciudad, en otro país, pero aún con Andres a mi lado; tuve a mi bebé en los brazos y fue entonces cuando me di cuenta que con él también acababa de renacer yo, ahora como su mamá.

New York sept 2009 002

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