Todos recordamos alguna escena de película de guerra en la que un soldado atraviesa un campo minado con el mayor cuidado posible, entendiedo que si pisa donde no debe la explosión puede tener consecuencias irrevocables…

Así transcurre mi vida estos días, así me siento, viviendo en un campo lleno de minas y teniendo que calcular cada paso, cada palabra, cada acción para no hacer volar el momento en una explosión…

Explosión de llanto, de pataleta, de frustración, de drama, de celos, de sueño, de hambre… tantas explosiones que por eso resulta difícil sopesarlas todas para no hacerlas reventar!

Hay un sabio dicho que reza “elige tus batallas”, y generalmente comulgo con esta premisa, pero siento que ya no se trata de elegirlas sino de evitarlas a toda costa… porque las batallas estan a flor de piel y surgen simultáneas o en tandem y mi cabeza ya no sabe cómo las debo discriminar, mejor me esfuerzo en caminar en puntas de pie a ver si no hago explotar ninguna mina.

Hablar en el tono adecuado, decir las palabras correctas, ofrecer la comida a tiempo, dejar descansar sin tardanza, no presionar pero mantener cierto grado de firmeza, preparar alimentos agradables al paladar, cargar con las dos manos, cantar la canción adecuada, intuir la estación de radio precisa, no dar besos de más pero tampoco de menos, repartir simultáneamente con un cuidado específico que aquello que reparto toque al mismísimo tiempo el lugar de cada pirulingo…

Termino agotada! exhausta, pero con vida!

Mi cuerpo descansa en la cama y mientras cuento a Andres los acontecimientos, agradezco que sigo siendo capaz de sortear las minas y no morir en una explosión, porque este tiempo de guerra pasará y yo saldré fortalecida para cuando llegue la paz!

Pd: disculpen si estas imágenes no se corresponden con las de las películas de guerra… pero es que mi campo de batalla luce así, lleno de colores y burbujas!

Publicado el 21 de noviembre de 2013