Yo he visto la ternura en sus ojos, la mirada que desprende un corazón estrujado que recuerda vivamente los momentos en que estaba con su pequeño jugando, disfrutando, aprendiendo y ahora se le puso grande y un nuevo chiquitín revive todos esos sentimientos: pero con más ganas, con toda la dulzura, la complicidad y la necesidad de solo verlos reír… el impulso desenfrenado de complacer y consentir.
Son los abuelos, esas personas especiales que llenan la infancia de cuentos de antes, que nos enseñan de historia al narrarnos sus aventuras hace muchos años y nos confiesan con complicidad que nuestros padres también fueron tremendos como nosotros.
Para ellos sus hijos siguen siendo sus “niños” y no se explican cómo ya son grandes y tienen “niños” propios; pero al mismo tiempo se les cae la baba al ver a sus hijas de mamá o a sus hijos de papá porque es como sentir que ese amor sólo se hereda y crea descendencia, pero nunca se acaba.
Yo tuve unos muy especiales, de esos que viven un poco lejos e ir a visitarlos es casi la ocasión más esperada del año, de esos que cocinaban cosas ricas que sólo se comía en su casa, de esos que nos contaban la vida de muchos años atrás, la historia que aprendíamos en el colegio vivida por ellos en luchas por la libertad, de esos que te hacen reír, que te dejan hacer lo que en tu casa es prohibido… total, ellos están para eso, su trabajo es consentir.
Y ahora mis Pirulingos no son menos afortunados, tienen unos abuelos de oro, que también viven lejos y que también hace que verlos sea particularmente especial. Estar con los abuelos tiene ahora un doble componente de dulzura, porque incluye esa de ver a nuestros padres ejercer todo ese amor con nuestros hijos.
Son abuelos a los que la llegada de los nietos los han llenado de ganas de correr, de jugar, de pintar y cantar y esa energía renovada viene acompañada de la ilusión y la risa de los chiquitines.
Son abuelos que viven lejos pero igual se mantienen muy cerca del corazón!
Publicado el 30 de enero de 2014
Yo soy española recién mudada a Bruselas y mi madre, a la que estoy muy unida y de la que era vecina en Madrid, escribía el otro día en u blog su punto de vista sobre el tema:
http://noesblogparaabuelas.blogspot.be/2015/03/algo-que-contar.html
Un saludo!!
Hola Mamá 2.0, gracias por compartir el texto de tu mamá, me encanto leerlo! Qué rico que eran vecinas y lo bueno es que al menos no están tan lejos… Un abrazo