Cuando Andres Ignacio comenzó a sentarse, yo lo ponía en su cuarto, en la alfombra acolchada con muchos juguetes alrededor y él se entretenía un montón con todo lo que tenía a su alcance: juguetes, libros, pelotas, etc. Y entonces yo podía aprovechar esos minutos para hacer algún oficio… alguno de los muchos que siempre estaban esperando ese tiempito…
Cuando comenzó a gatear, igual se quedaba jugando, pero en tanto se fastidiaba, llegaba gateando a donde yo estuviese, casi siempre en el cuarto de enfrente sentada en la computadora.
Entonces nació la caja de las sorpresas, una caja de Ikea, originalmente destinada a guardar algún material de oficina en nuestro escritorio [tijeras, teipe, post-its, qué se yo] que terminó siendo el contenedor de una variedad de cosas sin valor material pero con altísimo valor de entretenimiento para mi chiquitico…
Y meses después para Eugenia, con quien la historia se repite!
Entonces ya tenemos fundamento para catalogar la caja de las sopresas como exitosa, con un 100% de aceptación en una amplia muestra de 2!
La caja de las sorpresas es una caja llena de lo-que-sea-que-haya-por-ahí, desde un lapiz (sin punta) o una cinta de razo, pasando por jugueticos de cotillón de piñata, hasta unos lentes viejos o un guante sin pareja, o un cable conector que ya no sirva, o muestras de productos tamaño viajero, o los juguetes de la cajita feliz de MC Donalds, entre otros. Lo importante es que sean cosas que se estén a punto de botar y ahora con la caja de las sorpresas en mente veamos que sirven porque se puedan morder, tirar, regar, revolver, sonar, barajar y por todo esto entretener enormemente por horas y horas!
La caja de las sorpresas es la mejor amiga de este blog, porque la caja de las sorpresas está ubicada estratégicamente en el escritorio donde está la computadora en la que ahora escribo [aunque ahora los Pirulingos están dormidos] y así cuando tengo cosas que hacer en la computadora, Andres Ignacio y Eugenia juegan con todo lo que de allí sale, lo riegan por todo el cuarto, y yo estoy ahí, cerquita, estamos todos acompañados, ponemos música y no hace falta más para entretenernos un buen rato… y para yo ponerme al día con mis deberes cibernéticos.
En fin, es una de esas cosas que inventamos sin saber que nos resolverán tantos momentos… y por eso hoy paso la voz, porque se merece existir en otras casas y brindar el mismo sano, justo y barato entretenimiento en otras latitudes!