Muchas veces he leído y escuchado madres, padres y maestras expresar opiniones muy diversas sobre cómo enseñar a nuestros hijos a compartir. Hay quienes sienten que es un valor que debemos inducir y forzar hasta que se haga natural y otros sienten que no se debe insistir porque es normal que nuestros hijos no lo hagan innatamente y alegan que resulta perjudicial porque finalmente incluso de adultos tenemos nuestras cosas que muchas veces no queremos compartir y de echo no lo hacemos, entonces, por qué sería diferente con los niños?
Y resulta que yo no me logro identificar con ninguna de las dos posiciones porque siento que se parte de una idea errada de lo que significa enseñar a compartir.
Parece que sentimos que nuestros hijos para aprender a compartir tiene que entregar, ceder o renunciar a aquello que debe ser compartido: un juguete, la atención de mamá, el cuarto, etc. Si partimos de esa premisa es natural que los pequeños no la acepten fácilmente y se resistan.
Compartir significa dividir, repartir o distribuir algo… eso es fácil de hacer con una torta pero no tanto con un juguete indivisible o algo más abstracto como la atención de una persona.
Yo soy la quinta de 5 hermanos. Si hay una palabra que en mi casa se pronunciaba era precisamente compartir: parecía que en el escenario de mi infancia no había opción. Mi mamá lo llevó a una máxima que no se cansó de decir, repetir y volver a decir: TODO ES DE TODOS.
Yo partiendo de mi experiencia con mis hermanos lo he llevado con mis hijos a otra máxima que es la que repito hasta el cansancio: TRABAJEN EN EQUIPO!
(que muchas veces en verdad es Team Work!)
No se imaginan lo bien que funciona! En mi casa nos ha ahorrado muchos llantos que de repente han sido reemplazados por celebraciones en conjunto que terminan en un «high five!»
Es una aproximación que le quita al compartir el peso de ceder y le agrega el componente de hacerlo juntos. Y nuestros niños entienden que implica pasar de jugar solo a hacerlo acompañado.
En mi casa compartir ahora significa disfrutar algo juntos y así se asimila mucho mejor! Siento que nos permite darle un significado más profundo al acto de compartir, siento que implica disfrutar de la mutua compañía y eso tiene un valor enorme para mí.
No quiero decir que no haya resistencia, llantos o ganas de mantener el objeto del deseo para ellos solos, todo eso es parte de ser niños y no es magia de lo que hablo.
Hablo de enseñar a compartir entendiéndolo como trabajar juntos, acompañar a alguien, ser empático viendo las cosas desde la perspectiva del otro. Hablo de enseñarlos a tomar turnos y cultivar la paciencia y celebrar las alegrías del otro!
Y se trata de un trabajo de hormiguitas, como tantas cosas en la maternidad, uno que no se cansa de decir las cosas, de explicarlas y darles sentido para que más temprano que tarde broten raíces en las cabecitas de nuestros chiquitines y se afiancen los valores como queremos que sean entendidos…
Se trata de que un día ellos sepan y entiendan que compartir más que dividir se trata de participar!