Teddy llegó a esta casa hace un poco más de 5 años. Una tarde caminando por alguna calle en NYC lo vi en una vitrina, se acercaba el primer cumpleaños de Eugenia y lo compré para dárselo en su cumpleaños: enseguida me encantó su suavidad y lo dulce que se veía, el ser un osito y aún más especial un Panda. Además Ashio, que tenía 2 años y medio era loco por los animales y sabía que a él también le haría especial ilusión.
^ primera foto de Teddy el día que llegó a nuestra casa.
Se lo dimos a Eugenia al final de su fiesta de pajaritos y ella hizo lo que hacen las niñas de un año, ¡no le prestó la más mínima atención! Pero ahí comenzó a estar Teddy presente en su cuna, en su corral y en sus cestas de juguetes. Y poco a poco se fue abriendo espacio hasta convertirse en el inseparable de la Tinta Tinga, su Teddy que apenas pudo nos confirmó que es niña y como todo el mundo lo trataba de él, ella cada vez nos recordaba que no es él, ¡es ella!
Eugenia comenzó a dormir abrazada a Teddy, a llevarlo con ella a todas partes y al bajarse en el colegio, lo dejaba sentado en su silla y me pedía que le enseñara cosas como si estuviera en el colegio.
Cuando quedé embarazada de Cristobal la relación con Teddy cambió y Eugenia en la ilusión infinita que le causaban ser hermana mayor, tener un hermanito y tener un bebé en casa, convirtió a Teddy en su hija! y Así se volvió mamá conmigo humanizando su osito mientras yo esperaba a Cristobal. Las peores peleas con Ashio eran cuando él le decía que era solo un
«peluche»… se lo decía porque es la verdad pero también para fastidiarla y ella bravísima y con las lágrimas en los ojos que brotan tan fácilmente le contestaba que no era un peluche, que era su hija.
A veces jugaban a la familia y Ashio resultaba ser el papá y yo la abuela de Teddy… Eugenia descubrió que la ropa que tenía para su muñeca American Girl le quedaba a Teddy y comenzó a vestirla y cambiarle la ropa frecuentemente. Una tarde buscó una de sus carteras y metió un poco de cosas y me dijo que era su pañalera y salimos las dos tú a tú con nuestros bebés y nuestros bolsos llenos de cosas para atender sus necesidades en el camino… Luego quiso que le comprara cositas de darle de comer a las muñecas, pero siempre para jugar con Teddy.
Mi barriga crecía y Eugenia cada vez se pegaba más a Teddy, siempre noté la correlación de la llegada de su hermanito y la intensificación de su maternidad de juego. Me daba mucha ternura ver ese espíritu maternal de mi chiquitica que ya había visto con sus primitos y que luego floreció como nunca cuando Cristobal llego a su vida.
Yo siempre tuve miedo que Eugenia tuviera celos de Cristóbal, que aunque anhelaba su llegada, al estar ahí sintiera que le robaba ese protagonismo del que gozaba hasta el momento por ser la más chiquita; pero la euforia de tener un bebé en casa y la ilusión de un bebé suyo pudieron más que cualquier otro sentimiento y yo ya les conté que la que comenzó a sentir celos fui yo!
Y toda esta historia para contarles que Teddy se perdió… que se nos quedó en un hotel en Dallas y no lo pudimos recuperar, que Eugenia mantuvo las esperanzas y entró como en estado de negación simplemente esperando que apareciera por arte de magia y de repente se dio cuenta que no, que no va a aparecer y le entró una tristeza enorme. Una vez que se nos quedó en Miami yo compré otro igual y luego recuperamos a Teddy y el segundo Panda se convirtió en su hermanita, y ese sí lo tenemos y ha aliviado un poco la pérdida del original y más importante, pero esta semana que todas las piezas encajaron en la mentecita de mi Tinga Tinga y lloraba desconsolada por su hija, ni la hermanita de Teddy era capaz de hacerla sentir mejor… «Me hace falta, me decía, «es mi culpa» repetía y seguía llorando y yo tenía el corazón partido de verla así.
Ya se le pasó un poco, ya entendió que Teddy no va a volver y comenzó a hacer planes con lo que tiene a la mano y ha nombrado Teddy Isabel al Panda que todavía conserva. Yo pensé que ya estaba «grande» y simplemente no le pegaría tanto, que poco a poco la ausencia de su osito se volvería más normal, pero al final ha sido una experiencia y un aprendizaje para las dos: para Eugenia una pequeña pérdida que ha tenido que manejar sopesando emociones y para mí una reafirmación de que a veces la veo enorme haciendo sus tareas de primer grado, pero en el fondo ahí está todavía mi chiquitica, aferrada a su peluche necesitándolo para dormir y extrañando su compañía cada día.
Y para que entiendan que esa compañía no fue poca, aquí les dejo una recopilación de fotos de #EugeniayTeddy como un homenaje a esa osita Panda que fue tan especial para la niña de esta casa.
^ Último abrazo antes de bajarse en el colegio.
^ Partícipe de todos sus juegos.
^ Durmiendo siempre acompañada (¡doblemente!)
^ Bajo la lluvia.
^ Esperando a Cristobal armando su cuna.
^ En la mañana de Navidad con regalo de pantuflas iguales para las dos.
^ Durmiendo la siesta.
^ En la Sala de Emergencias.
^ En el estadio de Fútbol.
^ En roadtrips.
^ Camino a la piscina.
^ En el museo.
^ En su primer día de colegio.
^ Camino al colegio sus dos amores: Teddy y Cristobal.
^ Haciendo reír a Cristobal en el coche.
^ Vestida de Panda, matchy-matchy con su Teddy.
^ De Brunch el fin de semana.
^ En el Rodeo
^ En la cita del médico.
^ Soplando las velas en su cumpleaños.
^ Paseando
^ Soñando.
^ Descubriendo.
^ En el Supermercado.
^ Una foto suplicada luego de una sesión de fotos familiar!
^ En el bautizo de Cristobal.
^ Pintando.
^ En los retratos familiares de algunos domingos.
^ Celebrado su cumple con su prima Ivanna.
^ Hablando por FaceTime siempre acompañada.
^ En el aeropuerto.
^ En el avión.
^ De viaje por NYC (donde nacieron las dos :-)), en el metro.
^ En el Tren.
^ Visitando a Lady Liberty.
^ Durmiendo con sus hermanos.
^ Teddy vestida de princesa.
^ La última foto en el hotel donde se quedó 🙁