¿Estaré lista para volver a empezar?

En estas últimas semanas de embarazo el sueño me acompaña todo el día… no es simple cansancio, no necesito sentarme; es una necesidad de mi cuerpo de dormir que se manifiesta de una manera que no pasa desapercibida… Con una facilidad enorme logro quedarme dormida así sea por 5 o 10 minutos, porque mi cuerpo lo necesita y me lo hace saber.

Algunos días, luego de buscar a los Pirulingos al colegio, luego de llegar a la casa y darles su merienda, a veces luego de hacer la tarea con Andres Ignacio; veo que comienzan a jugar tranquilamente en el playroom y yo me voy a mi cuarto, me acuesto y logro dormir algo. Ellos están entretenidos, jugando, por ese tiempo no me necesitan y si lo hacen saben dónde buscarme. Ya sé que puedo cerrar mis ojos sin temor a que ‘inventen» demasiado, lo peor que puede pasar es que consiga un desastre de juguetes regados en su cuarto de juegos, pero el sueño reparador bien merece que luego tengamos que recoger.

Cuando me despierto repuesta y descansada no dejo de pensar en el lujo que acaba de suceder, es un lujo que me puedo permitir por la edad que tienen mis hijos que ya comienzan a tener una independencia mucho más manifiesta.

Y enseguida siento una patada en mi vientre que me recuerda que el ciclo está a punto de comenzar de nuevo. Bajo la cabeza y veo mi protuberante barriga y entiendo que es un lujo que expira muy pronto cuando un recién nacido vuelva a ocuparme de nuevo, a necesitarme sin descanso y a tener total dependencia de mi.

Una frase que escucho muchísimo de familia y amigos, incluso de desconocidos que me ven con Andres Ignacio y Eugenia y notan mi avanzado embarazo es que tener este bebé será como volver a empezar.

De alguna manera si es comenzar de nuevo: volver a las noches de sueño interrumpido, volver a los pañales y las largas horas amamantando a demanda, volver a rasguñar el tiempo entre el breve descanso de un bebé para hacer lo que sea necesario.

También me preguntan si estoy lista. ¿Estaré lista?

Si, lo estoy.

Mi cuerpo está listo para pujar al ritmo de mis contracciones y dar a luz a mi hijo.

Mis brazos están listos para recibirlo y cargarlo por horas, por días y por meses cuando sea necesario.

Mi corazón está listo para expandirse, para crecer y multiplicarse llenándose del amor de esa nueva vida.

Mis pechos están listos para alimentarlo, sabiendo el tiempo que amerita amamantar un recién nacido pero con ganas de volver a vivir esa dulce intimidad.

Mis ojos están listos para perderse viendo su cuerpo, detallándolo para memorizarlo, para aprenderse cada pliegue de su suave piel.

Mi nariz esta lista para pasar horas oliendo ese dulce aroma a bebé, para pegarse a su cuello y aspirar esa fragancia tan deliciosa.

Mi pecho está listo para recibirlo y que se quede allí pegado a mi en largas horas de sueño.

Mi cintura está lista para quebrarse en ese baile interminable de bamboleo que calma a los bebés.

Mi voz está lista para hacerle shhhhh en su oído mientras lo cargo, para cantarle canciones de cuna una y otra vez hasta que se aprenda mi voz y la reconozca a metros de distancia.

Mis piernas están listas para de nuevo moverse al ritmo de un chiquitín, para perseguirlo, para arrodillarme y ponerme a su altura y desde allí jugar con él.

Mi cuerpo está listo para mecerlo, cargarlo, acurrucarlo y protegerlo.

Puede que sea más difícil estar lista para los trasnochos, los llantos, dividir mi atención entre mis 3 hijos, maniobrar los celos y llegar a todas las actividades del día. Incluso para eso estoy lista, que no significa que será fácil. Pero lo veo venir, lo he esperado tanto y ya toca mi puerta y la idea de mi bebé por llegar me emociona de una manera que alivia los miedos.

Pasarán los días y ya nosotros encontraremos la manera de hacerlo funcionar, de adaptarnos a esta nueva rutina y al nuevo ritmo que un recién nacido en casa supone… Pero si, estamos listos, tan listos como podemos estar!