Educando Paladares: Crema de Calabacín

Por: Claudia Graterol

Aprender a probar y respetar el resultado

Hoy quiero hablar sobre crear en nuestros hijos la disposición de probar algo diferente, algo que no preparamos en el día a día. El saber que muchas veces nos puede sorprender el resultado porque puede ser que les guste o por el contrario, no les gusta, pero sólo así lo pueden decir con propiedad.

Yo soy de la opinión de que el paladar hay que educarlo y es un trabajo de todos los días. No siempre el resultado es el que deseamos pero hicimos el trabajo de intentarlo. Es muy común que variamos el menú habitual y al sentarse, casi sin ver lo que esta en el plato, los niños dicen “no quiero”.

Yo les pido que con conciencia se metan un pedazo a la boca y si no les gusta, prometo no pretender que terminen el plato. Respeto su opinión. Cuando preparamos alguna comida con la cual no están familiarizados, o que no les llama la atención, hacer la versión miniatura puede funcionar como estrategia, utilizar un plato que no es el de siempre puede ayudarnos a cambiar la presentación y hacerlo más interesante. Probar una ración pequeña ya no es mucho pedir. Igualmente algún topping que combine hace que sea más atractivo.

Otras veces intento sin ofrecer: simplemente me siento donde ellos me vean y empiezo a disfrutar lo que quiero que mis hijos prueben, le ofrezco a mi esposo y en pocos minutos tengo a alguno pidiendo probar de lo que yo como. Por supuesto, mami sabe compartir y ellos encantados prueban con un resultado por lo general satisfactorio.

Sin embargo hay veces que no les gusta y no hay manera, uno lo ve en sus caras, uno sabe que es auténtico el sentimiento y es entonces cuando creo que no hay que forzar, que hay que respetar. Esta bien que no les guste algo, eso nos pasa a todos. Pero el paladar se puede ir educando, así que no todo está perdido: dejo pasar un tiempo y vuelvo a intentarlo con alguna modificación. Simultáneamente trabajo en ganarme su confianza para que sepan que mami siempre quiere hacerles cosas ricas y aunque sean o luzcan diferentes, en su base son sabores que a ellos les gustan.

A continuación quiero presentarles una receta sencilla. Por alguna razón cuando mis hijos empezaron a masticar dejé de ofrecer cremas o sopas y ahora vengo a su rescate.

Las Cremas.

Me gusta tener cremas en casa para una entrada o para una cena ligera.

Lo que hago es:

• Hervir las verduras que tenga, incluso las mezclo.
• Las aliño con un sofrito de cebolla, ajo, pimentón, cilantro o perejil
• Luego las licúo muy bien hasta obtener una textura suave y sedosa.
• Algunas veces uso leche o crema de leche, otras no.
• Las adorno con algún topping: crema agria, queso parmesano, cuadritos de pan tostado, queso feta en cuadritos, reducción de balsámico, trocitos de pollo o tortilla de maíz tostada.

Los topping son otra herramienta que uso con frecuencia para hacerles las comidas más atractivas.

Hiervo en agua el calabacín con alguna ramita que en este caso fue cilantro.

Aparte hago un sofrito de ajoporro, ajo, pimentón y ají dulce. Al estar blando el calabacín lo coloco en el vaso de la licuadora y le agrego el sofrito, un poco de sal y licúo bien.

De quedar muy gruesa la textura agrego un poco del agua donde herví el calabacín (muchas veces no es necesario porque el calabacín tiene mucho líquido).

Las «salsitas» son mis grandes aliadas así que usé una gótica de crema agria en el centro, y como viene San Valentín, la convertí en corazón. La serví en un vaso de shot y les cuento que tuve que volver a servir. Se la comieron fascinados y ahora se acuerdan que las cremas sí les gustan!!!

Otra opción: herví también calabaza o auyama e igualmente la licué con el sofrito, pero para diferenciar el sabor le puse un toque de crema de leche y una pizca de nuez moscada.

La serví con una flor comestible que fue toda una novedad. Otras veces le pongo un toque de queso parmesano rallado por arriba que le queda muy bien y a mis hijos les encanta!

2 recetas fáciles de cremas de vegetales, diferentes opciones para adornarlas y mucha paciencia para no dejar de ofrecer comidas ricas y sanas a nuestros hijos.