De mis 33 años de vida, 30 transcurrieron en Venezuela, y siempre viví en Caracas que para mí tiene, sin duda, el mejor clima del mundo!
Entonces una se acostumbra a no pensar antes de vestirse porque siempre te puedes poner lo mismo y lo peor que puede pasar es que te agarre una lluvia y te toque resguardarte mientras pasa el aguacero para que no se te mojen los pies porque igual tienes puestas sandalias.
Y una se acostumbra a que los días son lindos, a que siempre se puede ir a la playa y a que tu vida no depende del clima… Una no tiene idea que el clima se puede consultar en una página web o aplicación del celular, porque… para qué?
Hasta que a los 30 años te mudas a NYC y conoces las estaciones.
Y aunque reconozco que algunas lograron conquistar mis ojos con sus festivales de colores, la magia de un parque nevado o la explosión de las flores en primavera, mi corazón secretamente sigue amando el clima tropical de mi Caracas natal.
Pero la primavera tiene un aire de ilusión que debo confesar que me encanta. La ilusión de recuperar la calle, las horas de la tarde y las ropas más ligeras. La primavera llega a devolver todo aquello que el invierno secuestró por varios meses y uno la espera y la anticipa, uno sueña con ella y cuando se asoma por la ventana en forma de tímida flor en los árboles desnudos, uno siente que con ella recupera algo de vida…
Vivir las estaciones te hace valorar cada rayo de sol que toca tu cuerpo llenándolo de vitamina D, y te hace aprovechar al máximo las bondades de un lindo día…
Por eso hace unas semanas cuando la temperatura tocó los 20C (aunque luego bajase de nuevo), no pudimos sino irnos al parque, hacer picnic, correr descalzos y disfrutar el aire fresco que tanto extrañamos…
Y trataremos de hacerlo cada día que podamos. Aunque la mudanza nos tenga muy ocupados, tenemos que aprovechar que por unos días más tenemos una ciudad floreada qué admirar y a Central Park como nuestro patio para jugar!