Andres Ignacio y Eugenia estan en un momento delicioso, en extremo intenso y cansón, pero muy divertido y exquisito.
Gran parte de mi día transcurre en dejarlos hacer y verlos en total deleite de sus ocurrencias, gracias, inventos, reacciones, gestos, muecas… Me derrito hasta cuando los regaño, me conmueven hasta en sus peleas y me muero de risa hasta cuando lloran por las 3 mismas razones que se repiten como un ritual…
A Eugenia le falta un mes para el año y medio, Andres Ignacio en un mes cumple 3 años.
Ambos se despiertan nombrando al otro y la emoción que demuestran al encontrarse (normalmente en nuestra cama cuando traemos a Eugenia de su cuna), parece que tuvieran años sin verse y no que se hubiesen despedido con besos y abrazos de buenas noches algunas horas antes.
Juegan juntos todo el día: se persiguen, se sientan a “leer” cuentos juntos, deciden en conjunto qué película o programa de televisión quieren ver, Andres Ignacio pide la merienda en plural “mami, queremos comer fresas!” como si Eugenia le hubiese dicho qué quería y él fuese el vocero por los dos… Se pelean por encaramarse encima mío o de Andres, cantan juntos cada vez que Eugenia comienza a decir “a,b,c” y Andres Ignacio le hace el inmenso favor de terminar la canción por ella que no se la sabe más allá de allí… Si Eugenia llora Andres Ignacio le trae su muñeca para que se contente y cada vez, CADA VEZ que se montan en el coche Eugenia comienza un clamor de “mano, mano, mano” para que Andres Ignacio le de la mano y así ir agarraditos el resto del camino…
Yo derretida!
Pero así como se demuestran cariño y juegan intensamente, así mismo se solidarizan en el llanto, pelean por las innumerables espadas que existen en esta casa y que son cotizadas por los dos (espada = pitillo, bate, palito, bolígrafo, etc, etc). Así mismo se resisten como un gremio a la siesta o tiran la comida al piso y se rien combinados… Así también deciden no comer las mismas comidas dejándome sin la eterna coartada de “tu hermano/a si se lo está comiendo” y así mismo con toda esa intensidad se confabulan para armar el berrinche simultáneo cuando nos tenemos que ir del parque y toca montarlos en el coche… allí no hay “mano” que valga porque las manos estan batientes para resistirse a la mamá que intenta amarrarles el cinturón y arrancar a caminar.
Yo desesperada!
Lo que quiero decir es que mis días transcurren eternos entre suspiros de ternura y suspiros de “señor dame paciencia!”. Pero el amor de mis hijitos siempre compensa al final del día cuando le cuento a Andres nuestras más recientes aventuras y hasta los momentos más dificiles ya no lo parecen tanto y a veces hasta son los que en retrospectiva causan más risa…
Porque mis 2 hijos estan en una etapa encantadora, que aunque canse me encanta, que aunque frustre me divierte y aunque agote me hace sentir que quisiera suspender el tiempo y estirarlo un poco más para que no pase tan rápido.
Mientras tanto, aunque cansada y sin mucho tiempo para dedicarle a este blog, sigo maravillada de lo que es capaz de producir una cabecita de casi un año y medio junto a otra que pronto cumplirá tres…
Publicado el 23 de septiembre de 2012