La Luna de los Pirulingos

La mañana del viernes 30 de octubre fue una inusual en nuestra familia y la rutina apresurada de todas las mañanas.

Cristobal había amanecido resfriado el día anterior y le subió un poco la temperatura, por eso, y cumpliendo el protocolo del colegio, debíamos hacerle una prueba de Covid para descartar la opción y hasta no tener el resultado de la prueba, ni él ni sus hermanos podían ir al colegio.

Lo llevaría ese viernes al pediatra y por eso esa mañana fue una mañana pausada sin apuros de colegio.
Por la misma razón Andres, que tenía algunas semanas yendo a la oficina, se quedó a trabajar desde casa.

Mi mañana y la de Andres igual comenzaron bien temprano y cuando nos fuimos a tomar el café juntos, me dijo que había visto un perrito en el jardín. 

En nuestro jardín muchas veces vemos gatos que pasan por encima de las cercas, entran al jardín y luego siguen su camino, pero realmente es un espacio cerrado por una reja, que aunque durante el día puede estar a momentos abierta, queda cerrada todas las noches.

Un perrito? Me extrañó mucho pero pensamos que habría entrado en la mañana perdido de alguna casa cercana. 

Salí al jardín y allí lo vi, arrinconado, asustado y seguramente muerto de frío porque precisamente habían sido unos días de frente frío en Houston. Intenté acercarme pero al hacerlo corría alejándose de mí y tratando de esconderse. Lo perseguimos un rato hasta arrinconarlo y así acercarme sutilmente y poder tomarlo en brazos… temblaba, estaba helado, pero se dejó agarrar y enseguida se mostró muy dócil.

Lo arropamos con una toalla y enseguida salieron los Pirulingos que se acababan de despertar y Andres les había dado la noticia, venían curiosos y emocionados, intrigados con nuestro nuevo y repentino acompañante. 

Fue entonces cuando lo revisamos y nos dimos cuenta que no era un perrito sino una perrita! Una perrita!!! Una perrita pequeña, negrita y preciosa!

La Luna de los Pirulingos

Se notaba que estaba asustada, que necesitaba cuidado y eso fue lo primero que hicimos: la envolvimos en una toalla hasta que dejó de temblar y Andres fue enseguida al supermercado a comprar algo de comida para ella. Yo entré a la casa a buscar un contenedor con agua y al salir estaban Ashio y Eugenia decidiendo su nombre temporal…

La llamaron Luna, porque en su querido Camp La Llanada Tx, hay una perrita negrita que se llama así, porque les gustó ese nombre a los dos y coincidieron en que le «pegaba».

La Luna de los Pirulingos

En ese momento, luego de hacer que tomara algo de agua y verles las caras de tanta ilusión a mis Pirulingos, les expliqué muy bien que seguramente aparecería muy pronto un dueño, seguramente de nuestra misma urbanización; que la cuidaran como unos «foster parents» y mientras les explicaba me dispuse a escribir y enviar una foto en el grupo de Facebook del vecindario. 

Ellos entendieron, pero igual les ganaba la emoción, tenían los ojos iluminados y sonreían sin razón. 

Durante el verano fuimos unos días a una cabaña en North Carolina con mis cuñados y sobrinos y ellos tenían una perrita nueva, una linda Boxer que se robó el corazón de Andres Ignacio y Eugenia. Convivieron con ella y se desvivían por pasearla, jugar con ella, hacerle cariños… Desde entonces estaban seria e insistentemente pidiéndonos un perrito. Andres y yo los evadíamos como podíamos, no es que no quisiéramos uno, nos encantan y los dos tuvimos mascotas queridas en nuestra infancia; simplemente sentíamos que no era el momento. 

Por eso esa ilusión y esa alegría por la repentina visitante. 

Pasaron unas horas en las que hubo muchos mensajes en el chat de la urbanización tratando de ubicar el dueño sin éxito… Nadie sabía nada de la perrita. En la tarde decidimos irnos a PetSmart a verificar si tenía chip con información de sus dueños pero no tenía. Del cuello le guindaba un collar sin placa y sin información. 

Se quedó con nosotros, le hicimos una cama temporal y creo que se durmió arrullada por sus inseparables del día: Ashio y Eui. 

La Luna de los Pirulingos

La Luna de los Pirulingos

Yo tenía la certeza que aparecería un dueño y además pensaba en que si alguien la estaba buscando, seguro estaría muy triste de haber perdido su perrita… Por eso les repetía su calidad de «foster parents» y seguí intentando dar con sus dueños en páginas especializadas de búsqueda de mascotas… 

NADA!

Pasó el fin de semana y Luna con nosotros, como si hubiese estado aquí por siempre… un poco temerosa al principio pero también cariñosa con todos, especialmente con los Pirulingos. Se dejó cuidar y consentir, le encantó jugar, corrió y saltó y nos alegró esos días… Fue agarrando confianza, se notaba que le gustaban los juegos y le encantaban los mimos que recibía. 

Llegó el lunes y nada. Yo comencé a sopesar la opción de que no apareciera dueño… me saltaba un poco el corazón, me daba algo de susto por lo inesperado pero sin duda mucha ilusión porque Luna se robó nuestro corazón muy fácilmente. 

El martes en la mañana la llevé al veterinario para que la examinaran y le pusieron la vacuna de la Rabia. Nos dijeron que estaba bien, que era una linda Labradoodle y que tenía cerca de un año. Confieso que al salir del Veterinario con ella ya la sentía mia! 

Y en el momento en el que me montaba de nuevo en el carro con Luna, llegó un mensaje de alguien reclamándola en una de las publicaciones que yo había hecho…. Ahí sentada en el asiento del carro mientras leía el email, no pude evitar sentir una enorme tristeza de tener que entregarla.

Una persona la reclamó en términos bien ambiguos: demostró que definitivamente era su perrita, pero también dio a entender que no le urgía recuperarla y que podría ser una carga que le costaba llevar…. Todo esto leído entre líneas de mensajes que iban y venían entre esta persona y yo. 

La Luna de los Pirulingos

Le contamos a los Pirulingos y pasó lo que me temía: no importaba cuantas veces les habíamos dicho que no era definitivo, que podía aparecer un dueño y que éramos solo cuidadores temporales; ellos la sintieron suya, se enamoraron de ella y se desplomaron al pensar que se iría.

Les explicamos que esta perrita había llegado para abrir nuestro corazón a la posibilidad de tener una mascota, que buscaríamos un perrito nuestro pero que esta ya tenía familia; pero difícil de entender para ellos cuando su corazón ya estaba comprometido con Luna. Difícil incluso para mí explicarlo cuando yo también me había ilusionado tanto con su llegada.

Decidí seguir mi instinto de que la dueña quería su perrita pero también la sentía como una carga y no estaba tan ansiosa de recuperarla y le asomé la posibilidad de que considerara dejarla con nosotros. Sabía que un dueño comprometido con su perro nunca lo haría, y que si al menos lo consideraba es porque era una opción que ella, sin decirlo, probablemente buscaba y le favorecería. Y de acuerdo a mi intuición enseguida dio a enteder que era una posibilidad, intercambiamos unos cuantos mensajes mas negociando los términos y nos confirmó que Luna era nuestra. 

La Luna de los Pirulingos

Me fui a buscar a los Pirulingos al colegio con Luna de compañera en la parte de atrás del carro, sentada en la silla de Cristobal que es su lugar favorito para sentarse, y en cuanto se montaron les di la noticia de que Luna era oficialmente nuestra!

Gritos, emoción, abrazos, cariños, lágrimas y hasta una oración de agradecimiento improvisada porque se sentía que efectivamente nuestra Luna, había caído del cielo respondiendo algunas plegarias Pirulingas!

Desde entonces tenemos perrita. Desde entonces somos 6 en esta casa. Escribo esto exactamente 5 meses después de la llegada de Luna y los recuerdo como 5 meses de puro amor por nuestra bebé peluda y de puro amor de vuelta de ella hacia nosotros. 

Luna cayó del cielo en nuestra casa y llegó a un lugar que sin saberlo la estaba esperando. No sabíamos que estábamos listos para ella, que nuestro corazón la quería desde antes… Ella nos lo mostró de la manera más dulce, como su nombre,  siendo luz y alumbrando en la oscuridad!

Luna Mendoza – 30 Octubre 2020

La Luna de los Pirulingos

Y para terminar, les comparto un video de los primeros días de Luna con nosotros, cuando la quisimos sin saber que era nuestra y cuando nos emocionamos por tenerla por siempre!