De cómo me convertí en mamá | criandoando.com

Una noche de enero de 2009, regresando de un viaje de trabajo vi 2 rayitas en una prueba de embarazo y supe que mi vida cambiaría. Nada deseaba más que ser mamá, estaba lista para emprender el camino a la maternidad y gracias a Dios me fue fácil quedar embarazada. Siento que era consciente de muchos cambios que vendrían y esa expectativa antes que asustarme me fascinaba y generaba en mí mucha ilusión. Mi mamá tiene un centro dedicado a la lactancia materna (lecheymiel) y de alguna manera estar expuesta a la lactancia me hacía estar consciente de muchos sacrificios que están unidos a la maternidad.

Pero ni siquiera cuando esperas y estas abierta al cambio la vida deja de sorprenderte.

Yo quedé embarazada en Venezuela, trabajando en Mercadeo que era mi pasión en una empresa editorial haciendo lo que me gusta. Desde que vi el resultado de esa prueba de embarazo comencé a pensar en maneras de conciliar mi vida laboral con mi vida profesional, comencé a pensar en ideas de decoración para el cuarto de mi bebé en nuestro apartamento en Las Mercedes. Me veía compartiendo con mi mamá muy de cerca la maternidad, soñaba con ver a mi hij@ jugar con mi sobrino que para entonces tenía 2 años.

Y fue así como una tarde de mayo todo cambió.

Mi esposo recibió una oferta de transferencia de su trabajo para un puesto en Nueva York y para rematar todo el proceso de negociación y mudanza debía suceder muy rápido porque su jefa estaba embarazada y debíamos estar mudados antes que ella (y yo) diéramos a luz.

Y entonces mi vida cambió aun más de lo que pude imaginar y todas las ideas que tenía se vinieron abajo y me encontré inmersa en un mar de hormonas típicas de cualquier embarazada, feliz por la oportunidad que esto representaba para mi familia, asustadísima por el cambio y todo lo desconocido en mi futuro y además tristísima de dejar a mi mamá, mi hermano, mi sobrino, mi trabajo y lanzarme al vacío con 7 meses de embarazo en esta nueva aventura.

Pero si en algo me ayudó esta experiencia justo antes de convertirme en mamá fue a aprender y maravillarme de la capacidad de adaptación de la que somos capaces. Decidí que la ilusión de mi bebé reinara y opacara otros sentimientos y así convertirme en mamá me sorprendió con una nueva coraza que me ayudó a flexibilizar mis expectativas y recibir de brazos abiertos los cambios.

Di a luz en un país nuevo, con una doctora que apenas conocía, con un sistema de salud completamente diferente y hablando otro idioma, que aunque hablaba bien, no era mi idioma natal.

Di a luz comenzando el invierno que no conocía. Mi estilo de vida no pudo cambiar más y de repente tenía que descifrar cómo vestir a mi bebé para el frío y caminar se volvió mi medio de transporte. Fue así como cargar un coche escaleras abajo para tomar el metro se convirtió en mi pan de cada día.

Di a luz pasadas las 40 semanas en unas circunstancias que puedo casi asegurar que en Venezuela hubiesen sido motivo de inducirme el parto o practicar una cesárea, pero que en donde estaba no era así y me regalaron el parto natural de mis sueños.

Di a luz luego de 2 días largos y de mucha incertidumbre con contracciones que no sabía aun colocar en una escala de dolor dell 1 al 10 como me pidieron que hiciera el la sala de triaje cuando fui al hospital por una falsa alarma. Y luego di a luz con anestesia pero aun sintiendo cada contracción y así pujando con cada una para ayudar a mi bebé a salir.

Di a luz agarrada de la mano de mi esposo y como él podía ver todo lo que pasaba, yo pujaba escuchando su euforia que narraba lo que iba sucediendo y entre el esfuerzo gigante que hay que hacer para parir, ver la cara de emoción de Andres al ver salir a Andres Ignacio fue una alegría enorme y también fue un bálsamo y un alivio.

Di a luz y enseguida mi bebé se pegó a mi pecho y comenzó a succionar y mi mamá y mejor consejera de lactancia estuvo conmigo.

Di a luz el mismo día (con 37 años de diferencia) que mi mamá dio a luz a su primer hijo, y así mi hermano mayor y mi hijo comparten cumpleaños y siempre he sentido que fue una linda señal compartir con mi mamá que ambas nos convertimos en madres un 19 de octubre.

Di a luz y pasé mi estancia en el hospital en una pequeña habitación compartida con vista al East River de Manhattan, sin más visitas que mi mamá y mi suegra… y cada vez que veía hacia fuera me parecía surreal la vista porque no podía ser más diferente a lo que tan solo 9 meses antes yo había pensado, creído y soñado.

Di a luz y mi vida cambió y así como nació mi hijo, nací yo como mamá. Cada contracción acompañada de todo el esfuerzo en cada pujada se sintió como el inicio perfecto de esta nueva vida de entrega a nuestro bebé.

Tener a Andres Ignacio en mis brazos, verlo después de sólo sentirlo por 9 meses, es un momento que tiene un lugar de honor en mi corazón, el amor de esa primera mirada es difícil de describir, el agradecimiento con Dios y con la vida no se acaba nunca. Tantas veces había pensado en ese momento, soñado con ese momento, intentado predecir las sensaciones y no fui capaz ni de acercarme a ese sentimiento de amor y responsabilidad, de plenitud y felicidad de ver esos nuevos ojitos lindos que ahora solo dependían de nosotros!

Y ese inicio de alguna manera simboliza la vida que comenzó a partir de ese día y flexibilizar mis expectativas, aceptar los cambios y asumir que mi vida no sería como yo pensaba fue un enorme regalo que me dio la vida antes de convertirme en mamá.

Porque esos primeros días de maternidad tienen una carga emocional enorme, y no sabemos qué va a suceder así que es mejor llegar a ellos sin esperar demasiado con la única certeza de que en lo más profundo de la mirada de nuestros hijos esta escondida toda la felicidad del mundo, un amor inconmensurable y el alivio a todas las penas.

Pd: Otra reflexión de cómo cambia la vida con la maternidad