Hace un tiempo escribí sobre la empatía como método de disciplina, una reflexión sobre cómo regularmente invito a mis Pirulingos a ponerse en el lugar de quien recibe sus acciones o palabras y así regular lo que hacen y dicen.

En esta casa repetimos sin cesar esa frase de «no le hagan a los demás lo que no les gusta que les hagan a ustedes” porque siento que es una oportunidad de criar y establecer límites al mismo tiempo que enseñamos que lo que siente el otro importa, que nuestras acciones tienen consecuencias más allá de nosotros mismos y que cuidar a quienes tratamos y queremos es importante.

La empatía es algo que quiero enseñar a mis hijos, es un valor que considero importantísimo en la vida. Creo firmemente que si todos fuéramos más empáticos el mundo sería mejor y también creo que se enseña en casa, que se modela y que se practica para que pueda asimilarse y convertirse en una práctica de todos los días.

En aquel texto hablaba de cómo se la intentaba inculcar a mis Pirulingos, hoy les quiero compartir cómo la incorporo yo en su crianza y cómo trato de no perderla de vista en mi trato diario con mis hijos.

Criar con empatía | criandoando.com

La empatía es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos y yo creo que en la crianza es indispensable ejercerla a diario, poniéndonos en el lugar de nuestros hijos y entendiendo sus acciones y reacciones desde el lugar en que ellos las viven. Significa tratar de pensar como un bebé y sus necesidades para entender y atender mejor sus pedidos, significa tratar de entrar en el mundo de un toddler para calibrar sus deseos, su curiosidad y su inquietud y poder manejar sus tiempos, su energía y su inocencia. Significa ponerse en el lugar de nuestros hijos en edad escolar para entender lo que sienten, desean y temen. Significa entender la adolescencia con todo lo que trae, con sus cambios, retos y primeras crisis para poder entender y acompañar a nuestros hijos en lo que viven.

Significa incluso recordar nuestra vida a sus edades para rescatar cómo era que se sentía y ponerle ese cristal de quien ya lo vivió a la mirada de padres y que no sea una mirada externa y ajena sino una más comprensiva y acompañadora.

Significa cerrar los ojos y tratar de salirnos de nuestro rol de padres, abandonar nuestro cuerpo y como sucede en los efectos especiales de las películas sobrevolar la situación viéndola desde diferentes ángulos, y siempre incluyendo el de ellos… y en silencio sopesar esa visión panorámica y contrastarla con la que teníamos cuando solo veíamos desde nuestro actual rol.

Cuando son muy pequeños significa imaginar la vida en ese descubrimiento eterno que resultan los primeros años, entender la novedad presente en cada momento, el asombro e incluso el miedo cuando nos falta quien nos da seguridad.

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Y cuando crecen significa recordar! Hacer el ejercicio de volver a la casa con los padres y cómo se sentían sus regaños o sus ganas de controlarlo todo, recordar los días de colegio, las peleas con los hermanos y los amigos, la presión en el pecho la primera vez que olvidaste la tarea o que te mandaron a la Dirección por estar haciendo lo que no debías. Significa echar atrás y revivir las ganas de quedar bien con los amigos, la timidez ante la persona que te gusta, lo que se sintió ser o no ser invitado a aquella fiesta.

Significa recordar como se sentía lo bueno y lo malo, qué nos hacía vibrar y qué nos provocaba miedo aterrador. Recordar las rebeldías, la adrenalina que a veces se siente al desobedecer y también la culpa al hacer daño a quienes más queremos. Recordar que siendo hijos y amando infinitamente a nuestros padres igual los desafiamos o los ignoramos, y también muchas veces no supimos decirles cuánto los necesitábamos.

Criar practicando esta empatía que les propongo no significa olvidar nuestro rol de padres cuando revivimos el que tuvimos como hijos, amigos, hermanos, novios… sino tomar en cuenta ese sentimiento para que podamos entrar en la ecuación de educar y criar con más herramientas para tomar decisiones considerando al otro, sintiéndolo tan real como se sintió en carne propia años atrás.

Lo comparto porque es una reflexión que me ronda la cabeza siempre, algo en lo que pienso frecuentemente. Lo comparto pero no creo que sea fácil, no lo es incluso cuando se tiene la intención porque muchas veces no tenemos tiempo o disposición de recordar de esta manera. Lo comparto porque creo que es valioso pero que para lograrlo hay que tenerlo presente y hacerlo como ejercicio continuo.

Creo y siento que utilizar la empatía como método de crianza es un acto de valor y es una manera de evolucionar. Significa incorporar todo eso que sabemos, que ya vivimos y sentimos, que transitamos y superamos y con todas esas herramientas matizar de paciencia, tolerancia, entendimiento, comprensión, amabilidad y compasión el trato, la crianza y la educación de nuestros hijos… Y si agregamos todos esos ingredientes sumados al infinito amor que les tenemos, seguro las cosas saldrán mucho mejor!

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Me encantaría saber qué opinan? si es algo que habían pensado o resuena con su estilo de crianza… Comenten aquí y así nos nutrimos de otras experiencias.