El día de la madre y el día del padre están separados por más de un mes. Y yo entro aquí con la idea de publicar un post relacionado al día del Padre y me doy cuenta que lo último que publiqué fue justo antes del día de la madre… Pocas veces he estado tan ausente de este espacio.

Mayo fue un mes de locura, locura total en mi casa y en mi vida pero no lo digo en tono de queja, la locura vino de la mano de visitas maravillosas, viajes y celebraciones muy especiales… Pero todo esto fue demasiado para ademas mantener este blog y mis publicaciones en redes sociales y tuve que parar, priorizar y dar dos pasos a atrás para poder conservar mi sanidad mental… y poder estar presente y disfrutar todo eso que estaba sucediendo.

Muchas veces en la maternidad intentamos hacerlo todo, llegar a todo y lo que conseguimos es llenarnos de frustración en el camino… Porque muchas veces simplemente no se puede… a veces el precio es la casa desordenada, a veces algunas comidas convenientes aunque no tan saludables, otras, más tiempo de pantalla para nuestros hijos o no poder asistir a todos los compromisos… generalmente nos toca entregar algo a cambio de lograr lo que es mas importante, lo innegociable o lo imprescindible.

Y entonces tenemos que ajustar las expectativas (que para mí es muchas veces la clave de la felicidad) para no perdernos en los ideales de una realidad que no es posible. Ajustar las expectativas no es resignarnos, es ver la situación con un cristal más limpio para ajustarla a la realidad que vivimos… y entonces ademas poder sonreír y disfrutar por lo que tenemos y no quedarnos en el lamento por lo que no llegamos…

Mayo fue un gran recordatorio de esto que escribo… arranqué el mes con mucho impulso, con muchas ideas y muchos posts incluso esbozados en borradores… Había tantas actividades que el contenido para compartir sobraba, pero lo que no sobraba era el tiempo para dedicarle a esas tareas. La primera semana me sentí fatal, me trasnoché más de lo debido y anduve con una sensación de no llegarle a nada y no sentirme bien por nada que tuve que reorganizarme. Y fue entonces cuando me di cuenta que todo lo que me alejaba de mi trabajo eran razones bonitas y anheladas, que todo era motivo de alegría y esa alegría no la quería teñir con frustración. Y en el proceso de darle prioridad a los compromisos importantes, a lo que no podía postergar y decidir parar lo que podía esperar, recuperé la alegría y me regalé la oportunidad de vivir sin distracciones un mes lindísimo en el que nos visitaron mi suegra, mi papá, mi mamá, mis hermanos, mi cuñado, mi sobrina; en el que viajé a NYC sola con Andres por un fin de semana y en el que celebramos la Primera Comunión de Ashio.

Y yo regreso contándoles esto porque ese cambio de perspectiva y un pequeño (o gran) ajuste de expectativas muchas veces es todo lo que necesitamos para sentirnos bien con una misma realidad que nos hace muy felices al mismo tiempo que nos hace perder el control… ¡que es precisamente lo que suele pasar con la maternidad!

Mis Pirulingos y yo