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Me llamabas tu segunda persona y eso significa que tu, para mi eras la primera. Y lo eras.

Para describirte a ti, y la íntima relación que nos unía bastaba decir que eras una de mis personas favoritas del mundo. Y lo eras.

Y aún así eras mucho más: mi abuela, mi madrina y mi tocaya, porque mi nombre Carlota que tanto me gusta me lo gané gracias a tí. Y todavía no basta, me quedo corta expresando lo mucho que fuiste: que eras el encanto hecho persona, la mejor echadora de cuentos, la más cómica, la más graciosa, la más consentidora.

Me sobran los buenos recuerdos a tu lado, en este momento en el que proceso tu ausencia me inundan memorias que no se pueden ir, que no pienso soltar. Son demasiadas risas junto a tí, demasiados sueños que te ayudé a poner en papel y lápiz y con mucho orgullo los comunicaba por ti, representándote. Son demasiados días en tu casa, sabores y olores que te pertenecían y con ellos nos hacías entender lo tanto que nos querías.

Compusiste canciones, construiste casas, inventaste sueños y todo con una sonrisa y una gracia que nadie te podía quitar. Alegre, risueña y arrugada, en tu pecho acariciando tus brazos me perdí tantas veces, fuiste mi lugar feliz.

Me enseñaste tantas cosas, las que me dijiste como sabios consejos y las que aprendí de verte: que la familia es nuestro tesoro más grande, que estar juntos no se compara con nada, que un abuelo tiene licencia de complicidad y alcahueteo y así se forjan relaciones indispensables, que una sonrisa enorme te puede convertir en la más linda del lugar, que la creatividad se ejercita día a día, que las amistades se cultivan y hay unas que terminan siendo familia, que nuestras raíces importan, que conocer nuestra tierra deja huella aún si se hace con calor y apretados en el asiento de atrás de un carro, pero que después muchas penas se alejan bajo la sombra de un cují comiendo mangos o dulce de leche. Que no hay que ser un rey en la cocina, pero si haces un plato especial para tus seres queridos puedes ganar su corazón por siempre.

El mío te lo ganaste y sé que yo me gané el tuyo porque sé cuánto me querías, cuánto te enorgullecías de mí, cuánto quisiste a Andres y cuánto a mis Pirulingos.

Los veranos en tu casa siempre fueron los mejores, rodeados de primos, de campo, de esa sencillez que nos regalaste y que se volvió tan esencial. Nunca hubo una mejor casa de muñecas que la que nos dejaste construir con bloques y tierra en tu jardín. Hiciste de tu hogar el nuestro, un oasis al que siempre queríamos volver porque simplemente allí fuimos felices.

Te fuiste y es dificil intuir como será la vida sin tí, cómo volver a Venezuela sin esa ilusión enorme de verte, escucharte y reírme contigo. Te fuiste en paz, tranquilita como querías y seguro el último suspiro lo diste feliz anticipando tu encuentro con Papapa, tu eterno compañero al que tanto extrañaste desde que se fue antes que tu.

Hace 3 meses te vi, y sin saberlo me despedí, y esa despedida es hoy un bálsamo de tranquilidad en mi corazón arrugado por tu ausencia. Mis hijos te abrazaron, escucharon tus canciones y me vieron los ojos iluminados al verte y la sonrisa gigante al compartir contigo. Y por eso hoy cuando lloraba por la noticia de tu partida entendieron perfectamente lo importante que fuiste en mi vida, ya lo sabían porque de ti les he contado tantas veces, pero ademas lo sabían porque lo vieron, lo vivieron y también ellos te disfrutaron una vez más. Qué lujo que hasta conociste a Cristobal,  yo por siempre le recordaré que tu le cantabas el Himno Nacional y él se sonreía a gusto carcajeándose por primera vez.

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Hoy me cuesta mucho dormir, tu imagen esta muy presente como para cerrar mis ojos. Quiero recordarte, volver a verte e imaginarme un último abrazo. Me duele la distancia, me cuesta no poder estar cerca de tí para decirte todo esto al oído y que te lleves mis palabras a donde estas ahora. Pero desde donde estés mírame, escúchame y sobre todo guíame para que yo pueda sembrar abundancia y cosechar tanto amor como el que lloverá en estos días cuando tanta gente que te quiso se entere de tu partida.

Mi Mamama, mi abuelita linda. Gracias por tu vida, por las risas y la complicidad, por quererme, por hacérmelo sentir. Te fuiste pero te quedas conmigo, tu esencia permanece y yo la guardaré como un tesoro, el tesoro de ser tu nieta, tu tocaya, tu segunda persona. Tu seguirás siendo mi primera.

Bendíceme y acampáname siempre.