Hace unas semanas Andres llegó a la casa de la oficina y se repitió el ritual que se repite desde hace años cada vez que abre la puerta y dice quién llegó, quién llegó? Como tantas veces, inmediatamente comenzó un juego de carreras y persecución que transcurre mientras yo soy fiel espectadora al tiempo que termino de prepara la cena.

Los Pirulingos corren entre gritos de euforia de los que solo pueden emitir niños siendo perseguidos que se debaten entre la emoción infinita de correr y el peligro inminente de ser atrapados y así llegan velozmente y se abrazan a mis piernas. Se aferran a mi que estoy parada en la cocina porque yo soy «base» o «taima», como lo quieran llamar. Si me tocan Andres no los puede atrapar y mientras me abrazan y toman aire para la siguiente carrera yo sonrío sintiéndome partícipe de esta fiesta.

Andres Ignacio ha sido el creador de los nombres que más me han gustado en la vida desde que hace casi 6 años gracias a él un día comencé a ser y llamarme «mami» (que luego por un tiempo fue «mamitos»).

Y este día, en la cotidianidad de nuestra rutina, en lo ordinario del final de cualquier día, Andres Ignacio de nuevo me llamó de una manera muy especial. Ese día no fui «base», ese día mi chiquitin decidió que yo era «su campo de fuerza». Fue su manera de expresar que en mí recargaba energías para seguir jugando y que estando cerca de mí estaba protegido del acecho de las persecuciones y juegos extremos (que tanto le gustan) de su papá. Yo escuché «campo de fuerza», sonreí, lo abracé y seguí haciendo lo que me ocupaba.

mama e hijo

Pero luego esa noche al abrazarme antes de dormirnos y a partir de esa noche cada día cuando me abraza fuerte así me llama «mi campo de fuerza» y lo dice con una voz que ahora sí me detiene y me hace sonreír y suspirar. Lo dice con una voz que significa mucho más que solamente una taima en un juego de carreras. Lo dice y yo siento que habla de seguridad, de comfort, de placer y de felicidad de estar cerca de mi. Lo dice y yo veo sus ojitos iluminados y lo apretado de su abrazo y siento que quiere decir que se siente bien, que siente fuerza y confianza en ese abrazo. Lo dice y no tiene que decir demasiado, esas palabras, su voz y la manera como se acurruca en mi pecho dicen mucho más que mil explicaciones.

Eso soy y eso quiero seguir siendo: su campo de fuerza. su lugar seguro, su lugar feliz.

Gracias Andres Ignacio por una vez más encontrar una manera perfecta de nombrarme y hacerme sentir superpoderosa y feliz sabiendo que no solo soy tu mamá sino también tu campo de fuerza!