Hoy se celebra el día del padre en el colegio de Eugenia. Hacen una celebración anticipada, porque en junio cuando se celebra el día del padre aquí en USA (al igual que en Venezuela), los alumnos están de vacaciones.

Hoy Andres va a llevar a Eugenia al colegio y va a desayunar con ella, y seguramente ella habrá preparado alguna sorpresa para él con la huella de sus manitas, o algún corazón que seguro presidirá por un tiempo el escritorio de Andres en su oficina, dándole una razón más para pensar en ella mientras trabaja. Y es que Eugenia lleva toda la semana soñando con el día de hoy, con presentar a su papá a sus amigos y compartir con él su salón y su rutina.

Por eso hoy rescato un texto que había escrito (y no había publicado aquí en el blog) sobre la paternidad, sobre los papás y sobre el que le tocó a mis Pirulingos que sin duda es uno muy especial.


Una de las cosas más lindas y reveladoras de aprender y descubrir la maternidad ha sido precisamente encontrarme de frente y descifrar ese otro mundo tan cercano pero diferente llamado paternidad.

Andres y esa relación única y perfecta que tiene con los Pirulingos me han enseñado muchas cosas que a veces al principio no entendía tan bien, siempre empeñada en ver todo desde mi punto de vista.

Y así como yo tenía una idea preconcebida de la maternidad que se enfrentó a mi realidad y cambió en muchísimos aspectos con la experiencia; debo confesar que tenía, también, muchas ideas erradas con respecto a la paternidad que la vida y mi esposo me han develado y hoy quiero compartir con ustedes.

He aprendido que ser papá no es ser mamá, y por eso no puedo pretender que él haga las cosas como yo las haría.

He aprendido que criar hijos es un trabajo muy fuerte y tener una pareja con quien compartirlo alivia muchas penas. He aprendido a admirar aún más a las madres que crian sin padre.

He aprendido que es preferible que los Pirulingos se acuesten un poquito más tarde pero pasen una hora compartiendo con su papá cuando llega del trabajo, me he dado cuenta lo importante de ese tiempo para mis hijos, pero también lo imprescindible que es para Andres.

He aprendido que el juego y las risas son mágicos y generan vínculos profundos y duraderos. Que quitarse la corbata y sentarse en el piso a jugar o hacer cosquillas es el mejor regalo después de un largo día de trabajo.

He aprendido que aunque Andres no sepa combinar muy bien la ropa de Eugenia o hacerle 2 colitas, el tiempo a su lado es mucho más valioso y más significativo para ella que estar de punta en blanco.

He aprendido que la motivación de ser como papá es una muy grande que ayuda a mis hijos a querer ser mejores.

He aprendido que ante los ojos de mis Pirulingos papá siempre será el más fuerte, el más rápido, el más grande… el más divertido.

He aprendido una y mil veces que la calidad del tiempo compartido lo es todo, que nada agradecen más nuestros hijos que esos momentos de entrega total con ellos, no importa si es hablando, jugando, leyendo o corriendo juntos.

He aprendido que volar y ser atajado por papá más que un riesgo es una garantía para que cuando crezcan puedan encontrar maneras de volar por sus propios medios.

La maternidad me enseñó a dejar a Andres ser papá, sin presionarlo, sin forzarlo, sin imponerme… Ser papá a sus anchas!

Porque pregúntenle a cualquier niño y verán como les sabrá decir: los Papás son lo máximo!

Pirulingos al aire

Pd: Feliz día del padre para Andres, un ritual de llegada que nos sigue alegrando el día, y muchas fotos de Andres con los Pirulingos por su cumpleaños.