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Había una vez una mamá de 2 que frecuentemente amenazaba a sus hijos para poder mantener el control y que ellos hicieran lo que tenían qué hacer, es decir, lo que su mamá quería que hicieran!

Sus hijos, sin embargo, no parecían percibir el tono definitivo de sus amenazas y no necesariamente las escuchaban actuando como su mamá quería.

Hasta que un día esta mamá decidió cambiar de estrategia, sustituyendo las amenazas por consecuencias y a partir de ese momento vio que definitivamente hubo un cambio.

Esa mamá, por supuesto soy yo… esa que amenazaba con cosas posibles e imposibles. La que comenzó utilizando el recurso cuando era necesario para enseguida darse cuenta que ya abusaba de él para cualquier cosa posible.

Lo más triste es que las amenazas cansan, se agotan, expiran y dejan un sabor a promesa malhecha. Las amenazas no enseñan, no explican y no se valen de razones o argumentos. De las amenazas no se aprende y de ellas no se sacan conclusiones…

En cambio de las consecuencias sí.

Comencé a explicar, a descifrar a mis Pirulingos el intrincado mundo de la acción y reacción y lo que sucede como resultado de nuestros actos, lo que pasa gracias a lo que hacemos, las elecciones que podemos hacer en el camino y cómo esas elecciones determinan muchas cosas que pasan luego, que precisamente son consecuencias de las primeras.

Comencé a anticipar lo que vendría para darles opción de elegir, y en la elección les entregué a mis hijos el poder de decidir ser mejores!

Ahora trato de basar mis argumentos en la explicación de la situación y las consecuencias de cada acto… porque muchas veces las consecuencias están, ellos no las puedes seleccionar; pero sí pueden decidir qué hacer y cómo comportarse dependiendo de lo que quieren sea la reacción a sus acciones.

Entonces en vez de decir “se comen toda la comida o no verán televisión”, les comencé a decir “sólo va a ver tv quien se coma su comida”.

Cambié “si no se lavan los dientes no hay cuento antes de dormir” por “el que se lave los dientes rápido le dará tiempo de leer un cuento”

Parece muy sutil pero cambia un mundo…

Porque la segunda opción evita el regaño y la imposición y simplemente pone la situación para que ellos decidan qué hacer. Normalmente esta construcción invita al diálogo y al no sentirse impuesta permite la negociación.

Es un trabajo aun en progreso, es un cambio de perspectiva que siento ha funcionado y por eso decido seguir eligiendo esta forma de interacción con mis hijos para explicarles sus deberes, sus obligaciones, los tiempos, los apuros… sin pelear, sin sentirme desgastada en la amenaza que no nos deja nada.

Con Eugenia siento que ha sido super beneficioso porque para ella poder elegir es muy importante, su carácter determinado y resuelto y su edad de llantos y pataletas se llevan mejor con este estilo en el que ella mantiene algo de poder!

Con Andres Ignacio funciona muy bien porque él es el rey del argumento, le encanta entender los porqués y las explicaciones de causas y consecuencias lo dejan mucho más satisfecho que las amenazas vacías.

Es una aproximación casera y familiar a lo que es el mundo, a como funciona la sociedad y cómo es la vida… Nuestras acciones desatan reacciones y aprender eso a temprana edad nos ofrece en bandeja de plata la posibilidad de poco a poco aprender a elegir mejor, a tomar en cuenta a los demás, a hacer las coscas con propósito…

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