Esta es la primera vez que escribo en este blog en la casa nueva. Este fin de semana nos mudamos y por eso han sido unos días llenos de emociones, esas propias de las mudanzas.

En mi vida me he mudado muchas veces: muchas con mi mamá o papá, en las que tenia cierta responsabilidad, pero aunque me viera afectada por el cambio, todavía era casa de mis padres… el peso era mucho menor.

Luego de casada la primera mudanza fue a otro país, más que mudarnos nos tocó vender muchas cosas, guardar otras tantas y meter lo necesario en 8 maletas que nos acompañaron a comenzar de nuevo.

El año pasado nos mudamos de NYC a Houston, y ahora en menos de 12 meses nos mudamos de nuevo. Pero esta vez sólo nos movemos 15 cuadras y sobre todo, esta vez la casa es nuestra y eso ha hecho que pese menos armar cajas, cargar bultos o preparar maletas.

La ilusión de habitar un espacio propio tiene un componente de ganas que era desconocido para mí y me ha llenado de una voluntad que agradezco ahora que me encuentro rodeada de cajas.

Pero no todo es ilusión.

Dicen que las mudanzas son cambios que suponen grandes cargas psicológicas. Además del cambio, del gasto que implican, del agotamiento, he descubierto un componente que se ha hecho muy evidente esta vez.

Las mudanzas nos enfrentan con nuestras posesiones y en ellas se refleja mucho de nosotros. Nos ponen de frente con los bienes materiales que tenemos, con lo que nos sobra, con lo que guardamos, con lo que no nos acordábamos que habíamos metido en una gaveta… Incluso nos pueden enfrentar con lo que nos falta.

Las mudanzas suponen cansancio del cuerpo y de la mente porque armar cajas, mover maletas, reorganizar cosas cansa, pero también cansa desechar, decidir, reorganizar, limpiar.

Son procesos en los que podemos redescubrir tesoros, pequeños recuerdos que habíamos guardado y que reviven por el proceso de tener que revisar lo que tenemos para guardarlo de nuevo. Porque muchas veces, más allá de papeles y cosas, guardamos memorias, momentos vividos, recuerdos de otras épocas que vuelven a nosotros en las mudanzas y nos sorprenden sacándonos un suspiro.

Finalmente mudarnos nos regala una oportunidad para reinventarnos: es una ocasión perfecta para desechar lo que no nos hace falta, para depurar nuestros closets y nuestras gavetas, para dar a otros lo que no usamos y está en buen estado, para botar papeles que se acumularon y vivieron mucho más de lo que les correspondía. Mudarnos nos regala una oportunidad de reinventar nuestras cosas en un espacio nuevo, porque podemos hacerlo distinto con los mismos muebles y los mismos adornos. Mudarse tiene el encanto de reorganizar, de empezar otra vez con un orden nuevo, de buscar el lugar ideal para cada cosa, de redescubrir otras que dejamos de usar y entonces ahora parecen nuevas.

Esta mudanza para mi tiene el encanto de la página en blanco para comenzar a escribirla con nuevas historias, construyendo memorias, llenando el espacio de risas, canciones, carreras y baile junto a Andres y mis Pirulingos que están felices con su #casitanueva!

Casita Once