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La dedicación exclusiva es, a mi parecer, un componente importantísimo de la maternidad.

No me refiero a no trabajar, tampoco estoy hablando de estar con nuestros hijos todo el día y no hacer nada más; me refiero a dedicarnos completamente, regalarles nuestra total atención cuando estamos haciendo algo importante juntos.

No siempre es posible, muchas veces precisamente tenemos cosas qué hacer mientras ellos juegan o ven tv, pero eso no nos puede hacer perder de vista que hay momentos en los que es importante dejar lo que estemos haciendo, desconectarnos de lo que estemos pensando y sentarnos en el piso con toda nuestra atención para ellos y así jugar al 100% nuestro que invariablemente implicará el 100% de ellos.

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Para mí ha sido revelador cómo los mejores momentos de la maternidad y mis principales aciertos generalmente surgen de estos momentos en los que me dedico exclusivamente.

Sobre todo en este mundo digital que vivimos en el que siempre puede haber distracciones y nuestros teléfonos en la mano pueden alejarnos de concentrar nuestra atención en lo que hacemos con nuestros hijos.

Resulta que cuando nos dedicamos exclusivamente a hacer juntos el rompecabezas, o a leer un cuento, o a jugar a que cocinamos o hacemos picnic; ellos perciben nuestra total atención y se entregan a la situación también totalmente. Son los ratos en que el juego termina siendo más divertido, más placentero y más constructivo. Si estamos atentos podemos incluso aprovechar situaciones en el juego o actividad para reforzar otras que queramos porque en esos momentos casi con total seguridad contamos con toda su disposición.

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Yo me he dado cuenta que cuando intento engañar a mis hijos haciéndoles creer que les presto atención, pero verdaderamente la comparto con alguna otra tarea; ellos siempre se dan cuenta y muchas veces lo resienten y la manera en la que buscan que me dedique exclusivamente es generalmente llorando, peleando, pidiendo, etc.

Entonces lo que hago y me funciona muy bien es que cuando tengo algo importante qué hacer, precisamente tomo un tiempo para sentarme a jugar y a estar 100% con ellos en la actividad que decidamos y al terminar suelen estar tan complacidos que puedo pedirles un rato de “tele” o de jugar “entre ellos” y así yo terminar mis pendientes.

Porque nuestros chiquitines casi siempre saben ser agradecidos, y nada agradecen más que nuestro tiempo, nuestra presencia y nuestra atención.

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pd:

Otra reflexión sobre la imagen que tenemos como padres —-> aquí

Publicado el 11 de diciembre de 2013