Llegamos de nuestras vacaciones en NYC y antes de comenzar el colegio parecía el momento perfecto para emprender la operacion pañal con la Tinga Tinga.

Eugenia tiene 2 años y 3 meses y revisando mis apuntes y experiencia anterior con Andres Ignacio, me di cuenta que es exactamente la edad que tenía Ashio cuando le quité los pañales. Ambas veces había signos notables de estar listos pero sobre todo, ambas veces hubo circunstancias favorecedoras para atacar la operación de frente.

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Yo creo firmemente que para quitar los pañales a nuestros hijos, nosotros los padres debemos estar listos para enfrentar esa transición y acompañarlos en ese aprendizaje tan importante. Creo que es importante que lo hagamos cuando tengamos el tiempo y la posibilidad de dedicarnos de lleno. Yo he tenido dos experiencias exitosas y gran parte del éxito se lo atribuyo a estar yo lista, decidida y entregada!

Pero esta vez con una seguridad potenciada. Es la maravilla de los segundos hijos. Esa bondad endosada de ya saber cuando enfrentas cada situación de nuevo. La tranquilidad de sentir que ya pasaste por eso, que no moriste en el intento; el alivio de saber que ya fuiste capaz. Y la seguridad en lo que hacemos, esa actitud de inicio positiva es una clave del éxito!

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De nuevo apliqué la misma metodología que con Andres Ignacio: una mañana le quité el pañal a Eugenia explicándole que ya no lo usaría más, lo botamos juntas, nos despedimos, le enseñé su nueva pocetica y el aro para hacer en la poceta grande, vio las pantaleticas de sus personajes favoritos y eligió cuál ponerse y detalladamente le expliqué que tenía que hacer pipí y pupú en el potty (lo llamamos potty porque es fácil y facilita la equivalencia con el colegio).

Y en ese momento me dediqué a verla, tratando de anticipar algun movimiento que indicara “ganas” y a recordarle frecuentemente que si quería ir al potty, me avisara.

No la senté cada cierto tiempo porque en mucho del material que leí explicaban que si se sientan cada cierto tiempo y aciertan a hacer en la poceta, termina siendo coincidencia. En cambio si los dejamos, aunque comiencen haciéndose encima y los llevamos corriendo al potty, entonces comienzan a asociar la sensación, con la incomodidad de hacerse o mojarse y la alegría que acompaña el acierto de terminar en la poceta.

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Pero mi Tinga Tinga comenzó avisando!

Para mi sopresa el primer día prácticamente no hubo accidentes. Sólo 2 veces que comenzaba a hacerse, contenía, me avisaba y terminaba en el potty habiendo aguantado un poquito.

Y entonces la celebración! aplausos, chocadas de mano, canciones inventadas, besos del hermano, calcomanías y una sonrisa enorme de la protagonista comenzando a sentirse “grande” y orgullosa!

Llegó la noche y decidí tampoco ponerle pañal para dormir, ya me resultó con Andres Ignacio y lo encuentro más consistente. Salir de los pañales de una vez…

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Amaneció seca!

El segundo día fue muy parecido al primero, incluso tuve que salir por 2 horas a una reunión en el colegio y se quedó con una baby sitter y hasta a ella le avisó para ir al baño… De nuevo la noche la pasó bien y amaneció seca.

Pero el terce día algo pasó y Eugenia dejó de avisar… comenzó a hacerse, avisando en la mitad del accidente pero esta vez no agunataba para terminar en el potty. Me asusté un poco porque no entendía qué podíá pasar que la hubiese hecho “retroceder”. Lo resolvimos de 2 maneras, limitando la TV que la distraía y en su abstracción se le olvidaba avisar y ofreciendo unos chocolaticos inofensivos cuando avisara! Y bastó una dosis de dulce para que mi chiquiTinga comenzara a avisar de nuevo!

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Desde entonces estamos sin pañales y vamos por la vida con pantaleticas de minnie, hello kitty, bubble guppies y sophia the first! Hemos visitado el baño de todos los lugares de Houston en los que hemos estado… Hemos tenido algunos accidentes pero los podemos contar con una mano y Eugenia no solo avisa sino que narra todo el proceso cada vez que va al potty: “sentadita”, “escucha mami”, “hice pipi”, “terminé”, “limpiarse”, “de adelante hacia atrás”, “sube la pantaletica”, “bota el papel” y… “flush!”

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Esta vez el colegio nos la puso fácil porque precisamente los niños del salón de Eugenia están todos en la misma operación… Pero aunque era así, quise hacerlo yo en la casa y que solo quedara en el colegio la consolidación.

En el carro le pusimos un protector a la silla, igualmente al colchón (porsiacaso) y andamos con una pocetica portátil que ya me salvaba la vida en los parques de NYC con Andres Ignacio y ahora lo hace cuando andamos en la via por las calles de Houston.

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Además de lo linda que se ve Eugenia con una colita sin pañales, de lo orgullosa de ella que me hace sentir y lo feliz que se pone cada vez que “lo hizo muy bien, mami”, ver a Andres Ignacio en pleno ejercicio de su rol de hermano mayor ha sido otra alegría de este proceso. La acompaña al potty y celebra con ella, y juntos pegan calcomanías o cantan la canción que inventamos y con una ternura que me desborda Ashio abraza a Eugenia, le da un besito y le dice “muy bien Eui, viste que ya eres grande como Ashio!”

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Es oficial, Eugenia ya no usa pañales.

Es oficial, ya soy mamá de 2 niños grandes…

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Pd: Aquí pueden leer sobre mi experiencia cuando lo hice con Andres Ignacio