Déjalos ser pequeños.

Esta frase la he leído varias veces y siempre me queda grabada.

Son 3 palabras que siento encierran mucho porque dejarlos ser pequeños, hacer cosas de niños, a veces no es lo más facil, ni lo más cómodo para nosotros los padres.

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Se necesita paciencia para recoger juguetes regados una y mil veces, para leer y contar con diferentes voces las mismas historias, esperar a que terminen de comer solitos aunque boten más granos de arroz que los que se meten en cada bocado, responder siempre a los por qué de tu niño de 3 años o limpiar sin reprochar alguna pared que alcanzaron con sus colores…

No siempre sabemos mantenernos cerca dejándolos montarse en una piedra, en las barras del parque o el tobogán aunque nos parezca muy alto… Se necesita valor para verlos caer, recogerlos, sanar sus heridas cantándoles y dándoles un beso para enseguida volver a dejarlos correr y explorar.

Es difícil conseguir siempre tiempo extra antes de salir (o acostumbrarnos a llegar un poco tarde) pero dejarlos intentar por 5 minutos ponerse los zapatos hasta que lo logren o decidan aceptar ayuda. No siempre estamos de humor para cantar y cantar y volver a cantar las mismas canciones y escuchar infinitamente tonadas infantiles. A veces se nos olvida lo rico que es mojarse bajo la lluvia, llenarse de arena o de tierra hasta las orejas y correr descalzos saltando charcos.

Fácilmente nos privamos de noches deliciosamente incómodas de dormir con ellos y acurrucarnos y a veces estamos muy cansados para acudir solícitos a calmar sus miedos nocturnos y entender que sus cabezas vuelan muy alto y de allí se imaginan lo bueno y lo malo.

A veces nos falta tiempo, nos faltan fuerzas, nos falta paciencia. Nos falta memoria para recordar que nuestros hijos no tienen una segunda oportunidad de ser niños y que la infancia es de las mejores etapas de la vida. Nunca más se puede vivir creyendo que el niño Jesús o Santa traen regalos cada 25 de diciembre, o que un gato con un  gran sombrero vuela por los aires hablando en rimas, o que la sombra hay que coserla al cuerpo para que no se escape, o que existe el país de nunca jamás y hay niños que vuelan y barcos piratas… Sólo cuando somos niños nos hacemos amigos inseparables con otros que acabamos de conocer, tenemos la energía para correr y saltar y nadar y jugar interminablemente. La infancia es la prueba más clara que es posible soñar despiertos!

Nuestros hijos nos regalan cada día la posibilidad de revivir esa época mágica llamada infancia, viéndola desde afuera con ojos derretidos y corazón enternecido. Así que aprovechemos la oportunidad y «dejémoslos ser pequeños!»

Ya habrá tiempo para limpiar los desastres…

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