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El pasado diciembre fuimos a ver la Orquesta Sinfónica Simón Bolivar presentarse bajo la Dirección de Gustavo Dudamel en el Carnegie Hall.

Fue una noche mágica!

Un pedacito de Venezuela en NYC, unos hermanos que viven aquí y siempre que hacemos cosas juntos sigo sintiéndome increíblemente afortunada, una sala de conciertos espectacular con un techo ornamentado y una acústica perfecta (y lo sabemos porque estábamos en los últimos puestos), y sobre todo una Orquesta, un Director y un Sistema para sentirse orgullosos.

Mientras esperábamos para entrar se nos acercó un periodista de una radio cultural local y quiso entrevistarnos a Andres y a mí. Respondimos algunas preguntas en inglés, Andres de manera más elocuente que yo que me puse un poco nerviosa y casi hablé como la última Miss Venezuela en el Miss Universo, pero Andres supo articular mucho mejor sus respuestas y habló precisamente sobre lo que está detrás de Dudamel como Director famoso y reconocido en USA y la Orquesta Sinfónica Simon Bolivar. Habló del movimiento musical que existe gracias al Sistema de Orquestas infantiles y juveniles, y cómo quienes lo conocen han llegado incluso a afirmar que gracias a este movimiento, Venezuela se posiciona dentro de los paises donde se esta generando mayor riqueza relacionada a la música clásica y además con un gran impacto social… y pensar en eso en momentos de tanta dificultad para nuestro país, y además estando lejos, me dio un fresquito en el alma.

El repertorio fue muy lindo, con música de compositores latinoamericanos… música que sonaba a selva y a indígenas…

Cuando se acabó el concierto y algunas personas comenzaban a abandonar la sala, escuchamos de unos puestos detrás de los nuestro (las pocas filas que estaban detrás de nosotros) un grupo que gritaba a viva voz “Alma Llanera”. Nos unimos a la petición y varias veces a la cuenta de tres gritamos solicitando que tocaran el Alma Llanera… Y   veíamos las caras de algunos participantes que volteaban asombrados porque evidentemente no entendían nuestros gritos, pero sin duda les parecian muy graciosos… Comenzaron a sumarse peticiones de otras partes de la sala…

«Alma llanera» gritamos al unísono repetidas veces hasta que el mismo Dudamel se volteó buscando registrar de dónde venían los gritos…

Como había terminado el concierto el Director salió de la Sala, los aplausos no paraban, la gente de pie seguía aplaudiendo y ovacionando. Entonces volvió el Director e hizo las señales pertinentes a la Orquesta y comenzaron a tocar lo que para mí fue la mejor parte del concierto: Pajarillo – Alma Llanera y terminaron con el Mambo de Leonard Bernstein que los hizo tan conocidos con coreografía incorporada.

Yo había visto los videos de cómo tocaban ese Mambo innumerables veces en repeticiones de TV o en Youtube y tengo el disco de Fiesta que contiene esa pieza… y de sólo verlo en la pantalla me invadía la emoción que sin duda se contagia de la alegría de esos músicos… así que poder verlo en persona y sentir esa alegría y esa emoción en vivo fue simplemente maravilloso.

Al salir, muchas personas se nos acercaron y comentamos sobre las piezas del final del concierto y hubo quienes anotaron los nombres porque deseaban buscarlas al llegar a sus casas y atesorarlas luego de tan alegre interpretación.

Fue una noche inolvidable llena de voces hablando venezolano, y toda la música y la alegría que nos caracteriza y de la que nos sentimos inmensamente orgullosos!

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Aquí un video tomado al mejor estilo “encaletado” de un pedacito del Mambo. Lo tomó mi hermano pero en menos de 30 segundos captura la alegría del momento…