Halloween realmente es una nueva celebración para mí! Nueva desde que tengo Pirulingos!

Sí, es cierto que en el colegio en clases de Ingles aprendí su significado y lo celebramos tímidamente… También es cierto que alguna vez incluso fui a hacer “trick or treat” en mi edificio en la adolescencia… Pero parecía ser una fiesta muy intermitente hasta que me mudé a vivir en Estados Unidos y ese evento coincidió con el hecho de tener hijos.

Porque en Venezuela uno espera los Carnavales, anticipa su disfraz y participa en alguna comparsa o concurso buscando el atuendo más original… Mi mamá siempre se esmeró con nuestros disfraces y existen miles de fotos que dan fe que fueron elegidos y confeccionados -por ella!… 5 hermanos!!!- con mucha dedicación…

Esa revolución de disfrazarse aquí sucede en Halloween y es una fiesta muy importante… cómo no lo va a ser si nada puede ser más divertido para un  niño -y para su madre- que disfrazarse…

Tradicionalmente Halloween viene acompañado de zombies, muertos, ratas y calaveras y ahí es donde la fiesta me pierde, porque realmente no me identifico con ninguno de esos motivos… Entonces yo decidí quedarme con lo que me gustaba de la celebración y así disfrutarla tanto como disfruté ver a los Pirulingos felices con sus disfraces -que ni remotamente hice yo – pidiendo caramelos y diciendo con las voces más dulces “trick or treat” y “happy halloween” en un ambiente absolutamente familiar y  lleno de alegría en las calles de esta linda ciudad.

Este año todo comenzó el fin de semana, antes que amenazara la tormenta, cuando fuimos al Zoológico y Andres Ignacio pidió eufóricamente que su linda carita fuese pintada…

…y se convirtiera en un precioso Tigre que rugió y rugió incluso frente al espejo, maravillado de su transformación…

Luego el domingo fuimos a una fiesta familiar con distintas actividades para los niños. Andres Ignacio disfrazado de Caballero “moderno” y Eugenia de Ponquecito o Cupcake estaban encantados con sus ropas casi tanto como con vernos a Andres y a mi también disfrazados de Indiana Jones y de Muñeca… Sus caritas al verme con peluca y maquillaje fue sin duda lo mejor del día.

Después de la tormenta, como en nuestra zona no hubo mayores daños, las calles se llenaron de gente disfrazada pidiendo caramelos en cada esquina… Así que de nuevo un ponquecito, esta vez acompañada de un monstruo (disfraz del año pasado, más abrigado que el de caballero) igualmente con mucha emoción se unieron a la fiesta…

Cuadras completas se cierran para la ocasión, precisamente aquellas donde las casas están decoradas intensamente… Bowls gigantes llenos de chocolates y caramelos de todo tipo esperan las hordas de niños (y no tan niños) que quieren aprovechar que por una noche pueden comer dulce sin represiones o remordimientos!!!

Súper héroes, princesas, animales, hadas, personajes de comiquitas… estábamos encantados de verlos a todos, de reconocerlos y que nos reconocieran… Estos Pirulingos caminando por la acera agarrados de la mano llamaron la atención de muchos y Andres Ignacio les decía a todos con un rugido perfecto que él era un monstruo!

Después llegó Andres a reunirse con nosotros (caminando desde su oficina por falta de Metro y excesivo tráfico para tomar el autobús) y Los Pirulingos cansados le contaron sus aventuras de Halloween, o “haiowin” como claramente aprendió a decir Eugenia quien hasta hoy señala su cesta en forma de flor pidiendo dulce… ella ya sabe que haiowin = dulce!

Y así Halloween quedó adoptado en nuestra casa, como un día de fiesta, de compartir, de luces y calabazas y de alegría y diversión para estos Pirulingos!