A los 18 años aprendí a manejar.

A los 19 tuve mi primer carro…

Y desde ahí manejé probablemente todos los días, o casi todos: a la universidad, al trabajo, a casa del novio (que ahora es esposo), de viaje, a hacer diligencias, a una reunión, a una fiesta….

En Caracas si tienes carro, todo lo haces manejando… Todo!

A veces hasta lo que esta tan cerca que debería ser más engorroso ir en carro, pero igual uno va en carro…

De casada, vivíamos en un apartamento en una zona más comercial que residencial y teníamos un centro comercial con cine al cruzar la calle! Ibamos caminando al cine (cuando podíamos ir al cine casi todas las semanas! // Al menos me alegro al recordar que cuando podíamos lo hacíamos y aprovechábamos que podíamos! Sin saber o pensar en cuando no pudiéramos!)

En esa epoca echábamos broma que vivíamos en Nueva York, por aquello de hacer algunas cosas caminando en una ciudad nada peatonal si se tiene carro!

Adelantemos la película a julio de 2009 y son contadas las veces que he vuelto a manejar, e interminables las cuadras que me ha tocado andar…

Y soy feliz caminando… y amo el Metro de NYC, y estoy super acostumbrada a tomar taxis, y Andres Ignacio y Eugenia saben perfectamente levantar su mano cuando nos paramos en la calle a esperar que pase un taxi desocupado… y camino empujando un coche y cuando no lo hago me siento rara… y 20 cuadras ya es lo mismo que “a la vuelta de la esquina”… es mi vida de peatona y he aprendido a disfrutarla y a quererla…

Pero hay días en los que soñaría con sólo bajar al sótano, abrir mi carro, montarme en él y manejar…

Como cuando llueve torrencialmente e igual me toca meter a Eugenia en el coche y caminar bajo la lluvia para ir a buscar a Andres Ignacio al colegio (literalmente caminar bajo la lluvia porque es prácticamente imposible aguantar un paraguas y empujar un coche doble al mismo tiempo)… O cuando no revisé el clima y me toma la lluvia por sorpresa y tengo que ver dónde me meto mientras pasa porque no traigo paraguas o los forros de lluvia del coche. O cuando estoy llegando a Target caminando sin coche y comienza a llover y decido tapar a Eugenia mientras la cargo con lo único que tengo a la mano que es un buchero pero veo la mirada de escrutinio de todo el que me pasa por al lado y el peso de la culpa se hace presente pensando que se pueda resfriar pero no hay nada qué hacer sino caminar más rápido hasta llegar y resguardarnos bajo techo…

Todos esos días extraño mi carro… lo extraño pensando en mi vida con carro en Caracas pero no tiene sentido extrañarlo aquí porque tener carro aquí tiene otras complicaciones…

Lo extraño hasta que me acuerdo de las colas… o hasta que me doy cuenta que no lo extraño cuando disfruto caminar, cuando tengo más flexibilidad de lidiar con mis dos hijos mientras vamos andando en el coche que si los tuviera a cada uno en una silla de carro…

Porque los Pirulingos no saben de sillas de carro… ellos saben de coche y lo conocen y lo entienden, pero las sillas de carro son unos monstruos desconocidos que los hacen llorar y retorcerse intentando salir…

Cuestión de costumbre, lo sé…

El fin de semana pasado el Tio Gusy nos buscó en su carro para ir a Brooklyn a casa de VJ, mi otro hermano (cada vez que lo pienso o lo escribo me hace feliz). Fuimos sin silla de carro y Andres Ignacio pasó todo el camino comentando emocionado “qué fino este carro!” como cualquier niño del campo que no está acostumbrado a esas cosas de ciudad!

Ese día no extrañé mi carro pero agradecí pasear en el del Tio Gusy!!!

Mi camionetica, también conocida como tottigol! lindas, ella y la playa!