Mi vida de mamá de 2 niños, uno de 2 años y medio y una de 1 año, resulta frecuentemente sumergida en algún tipo de aquella manifestación de descontento infantil llamada pataleta, malacrianza, rabieta o todas las anteriores.

Eugenia está comenzando esa etapa en la que la frustración se apodera de ella cuando suceden cosas contra las que no puede argumentar con sus escasas 7 u 8 palabras. Digamos cuando esta jugando con algo y Andres Ignacio se lo arrebata porque aunque no había jugado con eso por más de un año, verla a ella disfrutando del juguete despierta todas sus ansias y dada su situación de poder frente a ella, eso hace, se lo arrebata… Por supuesto ella se tira al piso con la manos en la cabeza y llora desesperada. O cuando sin yo darme cuenta agarra mi teléfono y entre su euforia lo lanza al piso y yo evidentemente se lo quito, de nuevo, piso y llanto. O cuando tiene en sus manos el objeto más preciado para ella, el control remoto, y toca algún botón que activa una función que ninguno en la casa sabe cómo desactivar, le quitamos el control y qué hace? Por supuesto, piso y llanto!

Las pataletas de Eugenia las manejamos generalmente dándole alguna breve y concisa explicación y acto seguido ignorando el drama… O cargándola y mostrándole algo que la distraiga, o diciéndole a Andres Ignacio que le devuelva lo que le quitó aunque muchas veces ya no hay caso, ella ya no lo quiere! En el peor de los casos cuando entra en desesperación y se batuquea y se golpea, la tetica sale al rescate y siempre basta y sobra para calmarla.

Generalmente las pataletas de Eugenia, aun, no pasan a mayores… pero pasarán, no me cabe duda… y algo que he aprendido es que no debemos subestimar la capacidad de entendimiento de estos chiquitines… porque muchas veces no esta ligada a su capacidad de verbalizar lo que piensan o sienten… entienden más de lo que hablan, así que explicar, razonar, decir, repetir, regañar siempre es una opción aunque a veces creamos que no nos van a entender…

Según mi idea y reciente teoría de las pataletas, formulada mientras escribo estas líneas, las rabietas son directamente proporcionales al tamaño de quien las practica y son fases que están dormidas y de repente se despiertan y no se vuelve a dormir por un buen rato.

Por lo que las de mi niño de 2 años y medio son considerablemente más complejas que las de la chiquitica. Y Andres Ignacio esta precisamente en una época de pataletas.

Serán unos terribles dos retrasados, será que Eugenia cada vez llama más la atención y esa es su manera de drenar su frustración, será que el inglés y el español lo confunden y estas son sus pataletas en inglés, será, será, será… El hecho indiscutible es que abundan. Y con Andres Ignacio si requiere más tiempo y esfuerzo solventarlas… Sea que así como el caso anterior, Eugenia se quiere inmiscuir en lo que él solitariamente a gusto está haciendo, o que le cambia el canal en el momento más interesante de la comiquita, o que quiere comer algo diferente a lo que hay, o que no quiere comer nada, o que quiere coche cuando no hay, o que quiere caminar cuando esta en el coche, o que se quiere quitar el sweater cuando hace frío, o que quiere ir al zoológico a ver los animales un día de semana recién bañado a las 7 de la noche…. No importa el caso, cuando se activa ese componente silente de la rabieta en general hacemos lo siguiente:

Primero, con voz dulce, ignorando su estado y la impotencia que puede generar en mi, le explico por qué no puede suceder eso que él desea.

Sigue llorando…

Le vuelvo a explicar de diferente manera.

Sigue llorando…

Le pregunto por qué esta llorando (a veces comenzar a hablar para explicar calma mucho los ánimos).

Si sigue llorando le digo que si quiere llorar, mejor vaya a llorar a su cuarto. A veces va, llora y sale repuesto, otras se niega a ir, otras me toca llevarlo…. De cualquier manera cuando sale del cuarto es porque está dispuesto a hablar o dejó de llorar…. Normalmente sale secándose las lágrimas diciendo “Ashio esta feliz!, Mami esta feliz? Y yo le respondo con una voz dulce que ya no es disimulada, “Sí mi vida, Mami esta feliz!

Cuando no estamos en la casa y no hay cuarto para ir a llorar trato de igual darle un espacio o tiempo para calmarse… o distraerlo… o dejar que llore y se le pase… la tolerancia al llanto es una práctica diaria en mi vida!

Pero lo que sí he aprendido después de mucho pensar, después de olas de remordimiento y después de aguantar o ver agotada mi paciencia, es que a veces no podemos manejar la situación como se debería, a veces solamente podemos esperar que pase, como pueda; a veces no hay tiempo ni espacio para darle, a veces tiene que él encontrar la respuesta a su rabieta porque la situación no da para más.

Esta mañana Andres Ignacio después de desayunar encontró unos pececitos (que a veces come de merienda) y se antojó. Decirle que no fue desatar la furia de un mostruo de mil cabezas que decía “no quiere caminar” todo el trayecto al colegio… no hubo marcha de los elefantes que salvara la situación, y la lluvia nos pisaba los talones…

Esta mañana yo no podía lidiar con su rabieta, le tocaba a él hacerlo… y a mi aguantar…

Cuando estoy en esas situaciones siempre me consuela pensar en las otras veces que si hay chance de hacer algo, y pienso que aprender a lidiar con nuestros sentimientos, frustraciones, desencantos o malestares, es algo que eventualmente nos toca enfrentar, y que estos episodios estan ayudando a construir una base sólida para eso…

Si no es así, igual no había opción!

Sólo queda revisar en el calendario cuándo se duerme esta fase y por cuánto tiempo pretende quedarse dormida!!!

Pd: Ni siquiera yo que les vivo tomando fotos a estos Pirulingos soy capaz de interrumpir una rabieta con la cámara en mano, así que como no hay fotos del tema tratado, les dejo una en el estado que más les luce!

Pd2: Así se despiertan estos Pirulingos, Andres Ignacio como si lo hubiesen peinado y Eugenia con el pelo como una loca!

Publicado el 24 de mayo de 2012