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Así eran las mañanas cuando estaba chiquita y nos levantábamos tempranito a ver comiquitas del “alegre despertar” de Venevisión! Y como éramos 5, igualábamos en número una patrulla de campamento: pura diversión desde tempranito… Claro! En esa época el dormir era menos valorado y el cansancio pegaba menos…

La cosa es que muchos años después esa frase y ese sentimiento de “alegre despertar” vuelve a definir mis mañanas…

Andres Ignacio y Eugenia, hasta ahora pueden definirse como “morning people”, los dos se despiertan del mejor humor y full energia! Probablemente todos los niños son así, de serlo, los mios no son excepción.

Andrés normalmente se despierta entre 6:30 y 7:00am y poco después, con el ruido de la ducha (en un apartamento pequeño con el baño entre los 2 cuartos) se despierta Andres Ignacio… A veces lo escuchamos hablar en su cuna, a veces escuchamos cómo juega con los juguetes que duermen con él (Woody, Buzz, una jirafa y el “conti” -cuento- de turno) todos ellos atentando contra las normas y políticas de la Academia Americana de Pediatria que prohíbe cualquier elemento -además de la sábana y el niño- en la cuna (por eso no se lo contamos a nadie!); otras veces nos llama desde su cuarto. No importa cómo nos haga saber que esta despierto, siempre suelta una carcajada cuando nos ve entrar a su cuarto -normalmente a Andrés- y se acuesta en la cuna y hace como culebrita o comienza a saltar diciendo “upa, upa”, seguido inmediatamente de “quere comer, arepita!”.

Mientras tanto yo estoy en nuestra cama con Eugenia de acompañante, quien a eso de las 6am se despierta, la amamanto y ya a las 7 esta lista para sonreirse incansablemente por al menos una hora. Eugenia es experta en eso que aquí llamamos “la carcajada muda”: que parece carcajada, tiene toda la gesticulación de carcajada, boca súper abierta y ojitos iluminados de carcajada, pero sin sonido de carcajada… igual, aunque no suene, de verla uno se contagia y no puede evitar sonreir!

Entonces Andres se trae a Andres Ignacio a nuestra cama y enseguida empieza “néne, néne!” Y se lanza a darle besos a Eugenia poniéndome a mí en la delicada situación de alegrarme de que quiera a su hermanita, morirme de ternura pero inevitablemente también de celos de que no me de todos esos besitos a mí que tanto me provocan!!! Y ahí ponemos Sesame Street en la TV, Andres se arregla para ir a trabajar, yo preparo el desayuno y arreglo todo para la salida al colegio: una rutina mañanera como la que se debe repetir día a día en millones de hogares… Lo que no le quita lo especial a la nuestra…

Un momento, no me malentiendan, exceptuando esas mañanas de cuando era chiquita, yo no volvi a ser más nunca “a morning person”, al contrario, levantarme en la mañana era de los momentos más difíciles del día, todos los días! Pero luego de tener a Andres Ignacio, uno de los cambios más grandes en mi vida fue el sueño, no sólo por lo interrumpido que puede ser al tener un bebé, sino porque ahora, la noche, cuando los bebés -y a veces el esposito- duermen, parece ser el momento ideal para hacer tantas cosas que la rutina del día a día no me permiten -como escribir este blog-.

Es por eso que aunque siempre con sueño, cansada o trasnochada, agradezco a mis Pirulingos el haberme devuelto mi “alegre despertar”.

Buenos días!

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